Los demonios sí existen

La denuncia
"Arriesgando" mi vida para fotografiar
a una peligrosa ardilla, que según
esta mujer, es la causante de los grandes
males y numerosas enfermedades que
afectan a los habitantes de Ciudad de México, 

según dice que leyó en un estudio científico. 


Acabo de ver una escena impresionante que me ha dejado sin palabras. Y es que dando un paseo por un parque de la Ciudad de México he sido testigo de cómo una mujer ha ido a la policía para denunciar a unos ancianos que le daban cacahuates a unas ardillas.

Los policías, que no han tenido más remedio que obedecer a la mujer, han ido a los ancianos, les han mostrado los cacahuates como prueba del delito, y los han acompañado fuera del parque mientras la mujer, endemoniada, sonreía mientras los ancianos salían rodeados de ardillas hambrientas que los perseguían.

Al parecer, según un estudio científico que ha leído esta mujer, las ardillas son una plaga y hay que exterminarlas. Dice la mujer que, las pocas ardillas que caben en este parque, que dudo que tenga una hectárea, están acabando con los árboles de la colonia y contagiando numerosas enfermedades.

En realidad, ella no llegó a esa conclusión, sino que ella lo ha leído en un "estudio científico" publicado por la universidad, y si lo dice la universidad tiene que ser verdad: ¿No?

Las causas

A unos metros de donde estamos pasa una importante avenida de la ciudad, miles de coches, atascados, emiten sus gases contaminantes, que matan a millones de personas cada año. También estamos rodeados de antenas telefónicas, las cuales ya se han ganado el merecido reconocimiento de ser nombradas como las culpables de "La muerte silenciosa". Desde hace mucho se practica la geoingeniería, que es la fumigación del cielo a escala global. Pero según esta mujer, las enfermedades  de esta ciudad las causan las pocas ardillas, ya casi extintas, que quedan en este pequeño parque de menos de una hectárea que hay en la ciudad.

Por supuesto que aunque los mismos estudios "científicos" que ella usa para justificar que una de las mayores causas de enfermedad y muerte de los mexicanos son los productos procesados, ella no va a irse a la puerta de una hamburguesería o a una fábrica de autos a protestar por la contaminación, porque si lo hiciera, la misma policía que ella usa para perseguir a los ancianos la perseguiría a ella. Así que para ella es más fácil limpiar su conciencia echándole la policía a tres ancianos que le dan de comer a las ardillas.

El águila

Hace una semana, durante un "peligroso" paseo que me di por el parque Viveros de Coyoacán, arriesgando mi vida donde están, según esta mujer, las terriblemente "peligrosas" ardillas que están poniendo en peligro a la humanidad, según los estudios "científicos". Tuve la fortuna de ver un águila de las que, invisibles y desconocidas por la mayoría, todavía viven en la Ciudad de México.

Ver al hermoso animal sobrevolar el cielo entre los pinos fue una gran experiencia, sin embargo, al ver hoy a la mujer denunciando a los abuelitos que le daban cacahuates a las ardillas, comprendí que estos hermosos animales están, como las ardillas, en peligro de extinción.

Si más personas como la vil delatora leen los estudios "científicos" que culpan a las ardillas de todos nuestros males, desde las enfermedades de la ciudad como la muerte de los árboles, vendrán a los parques y, como si fueran una policía ecológica, denunciarán a los peligrosos ancianos que darán de comer a las ardillas, y cuando estas se extingan, las águilas, que se alimentan de las ardillas, también se extinguirán.

El futuro

Esto me recuerda cuando, hace unas pocas semanas, un niño de unos siete años me vió compartiendo un cacahuate con una ardilla y vino a recriminarme que no podía echarle de comer a las ardillas. Le dije que no se preocupara, que era un sólo cacahuate, y que el pobre animal tenía hambre. Pero el niño me dijo que su madre le tiene bien dicho que nunca hay que darle de comer a los animales.

Y en ese momento comprendo que, si no hay un cambio serio en la humanidad, cuando esta generación crezca, ya nadie le podrá dar de comer a las ardillas, y que estas se extinguirán, y que los niños que nazcan dentro de unos años, sólo sabrán que una vez hubo unos animales que se llamaban ardillas.

Los gatos

Y es que así es la ciencia, una disciplina que no tiene en cuenta la vida, ni el equilibrio natural. Sino que es un monstruo destructor, que con su ignorancia de cómo funciona el mundo, mientras más controla más destruye, y ya comienza a amenazar la vida en nuestro planeta, sin que la gente comprenda la relación entre sus fracasos y la extinción de los animales, y con ellos de la humanidad.

Este año fui a la ciudad de Tánger, en Marruecos, y ví algo que me dejó sin palabras. Nada más llegar, desde el barco, vi enormes bandadas de pájaros que volaban en el puerto, y después, desde la terraza del hotel, vi a una enorme cantidad de aves. Muchas más de las que se ven en México, y por supuesto que las que se ven en España, donde ya las aves y hasta las abejas, se están extinguiendo.

Y menciono Tánger porque esta ciudad esta llena de gatos, porque los marroquíes no los matan ni los exterminan, y el hecho de que haya muchos más aves en Tánger que en Cádiz, por ejemplo, es una prueba de que los gatos no son el problema de la extinción de las especies.

El exterminio

Todavía recuerdo cuando los científicos, que son los nuevos dioses, y la ciencia, que son la nueva religión, culparon a los gatos de estar extinguiendo a las aves y a otros animales. En ese momento, las legiones de creyentes, estudio en mano, salieron a exterminar a los gatos, para salvar al mundo. Y los pocos gatos que sobrevivieron a esta persecución, después fueron atrapados por los animalistas, y los que se salvaron de la perrera, fueron esterilizados.

También en Ciudad de México fui testigo de esta persecución implacable que se le realizó a los gatos, liderada por los "amantes" de los animales, los cuales, en la colonia en la que yo vivía, en unas solas semanas exterminaron a todos los gatos que había en los parques que había cerca de mi casa. Porque esterilizar a un animal, por mucho que lo quieran disfrazar de "amor a los animales", es una forma de exterminio.

Ya casi extinguidos los gatos, ahora algunos "científicos", han puesto ya su atención en las ardillas, y como hoy mismo comprendí, estos animales, igual que las águilas que se alimentan de ellos, se encuentran amenazados, y probablemente se extinguirán.

Los demonios

Hace unos años se emitió una serie de televisión llamada Pinky y Cerebro, en la cual dos ratas de laboratorio alteradas genéticamente y viven en unos laboratorios, crean cada día un plan para destruir el mundo.

Y en ese momento, cuando veo a los policías escoltando a los ancianos mientras las ardillas hambrientas los siguen. Y observando a la mujer, como poseída, señalando a los culpables y sonriendo con gusto porque los animales ese día no comerán.

Recuerdo que son los científicos los que han inventado las bombas atómicas, y los químicos que son los verdaderos culpables de la destrucción de las especies, y las armas de destrucción masiva biológicas, y las grandes armas de guerra que amenazan con destruir nuestro mundo.

Y es entonces cuando comprendo que, probablemente, la serie de las ratas de laboratorio no es de ciencia ficción, sino que es una realidad, y que lo que tiene la ciencia con la naturaleza es una guerra, y una guerra que van ganando.

Y también comprendo que los demonios no sólo son seres rojos con colas largas que huelen a azufre, sino que los demonios se disfrazan de gente normal, como esta mujer que denunció a los ancianos que le echaron de comer a las ardillas, y que los demonios también son las personas que, desde los laboratorios, diseñan y promueven todas las políticas que están implantándose en el mundo, y que están acabando con todo lo bonito y natural que queda en nuestro planeta.

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