Juan es fiel a sus cadenas de radio, sus cadenas de televisión, sus cadenas de supermercados, sus cadenas de hoteles sus cadenas de restaurantes, sus cadenas musicales. Juan vive la vida encadenado |
Sigmund Freud
La alarma
Cada día Juan abandona sus sueños "alarmado". El canto de los pájaros que despertaba a sus abuelos ha sido cambiado por una alarma electrónica y el Sol de su amanecer es una bombilla ahorradora a la que ni los mosquitos se acercan.
Según el diccionario Alarmar significa: Asustar, sobresaltar, inquietar. Y eso le pasa a Juan: que cada mañana una alarma lo asusta, lo sobresalta y lo inquieta.
Las cadenas
Después de echarse agua en la cara Juan enciende la radio y sintoniza Radio Libertad, una de sus cadenas favoritas.
Como es un hombre moderno, Juan es fiel a sus cadenas de radio, sus cadenas de televisión, sus cadenas de supermercados, sus cadenas de restaurantes, sus cadenas de hoteles, sus cadenas musicales. Juan vive la vida encadenado.
La radio emite una de sus canciones favoritas:
Hoy no me puedo levantar
el fin de semana me dejó fatal
toda la noche sin dormir
bebiendo, fumando y sin parar de reír.
Hoy no me puedo levantar
De tanto oír su canción Juan acabó creyendo que para ser feliz tenía que fumar, beber y quedarse toda la noche sin dormir.
La falta de sueño, el alcohol y los cigarros han dañado tanto su salud que muchas mañanas, cómo dice la canción, Juan no se puede levantar.
El miedo
La combinación de gluten, azúcar, químicos y transgénicos le provoca un aumento alarmante de la insulina, distorsiona sus hormonas y paraliza su sistema inmunológico. El cuerpo se le descompone. |
El diccionario dice que el miedo es una "Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario". Y eso le pasa a Juan, que cuando escucha las noticias se desanima y se perturba.
De tanto oír malas noticias Juan ha perdido la esperanza en la humanidad y piensa que no hay nada bueno en el mundo. No alcanza a comprender que cada día millones de personas hacen cosas buenas que nunca salen en las noticias.
La paz
Radio Libertad describe como las fuerzas internacionales de "paz" bombardean ciudades llenas de civiles para llevarles "seguridad" y "democracia". Antes la paz se buscaba con buenas intenciones; hoy se busca con bombas.
A Juan le parece extraño que se busque la paz tirando bombas pero él es un hombre moderno y si su cadena dice que bombardear es llevar la paz, entonces bombardear es llevar la paz. ¿Cómo se atrevería Juan a cuestionar lo que diga su cadena?
Enemigos invisibles
Después de que las malas noticias le "revuelvan" el estómago Juan se come un pan congelado de trigo transgénico untado con mantequilla, un café soluble que apenas lleva café y un zumo que dice "100% natural" pero sólo tiene 10% de naranjas.
La combinación de gluten, azúcar, químicos y transgénicos le provoca un aumento alarmante de la insulina, distorsiona sus hormonas y paraliza su sistema inmunológico. El cuerpo se le descompone.
Alarmado, aterrorizado y descompuesto Juan siente un mareo que lo pone de mal humor. No comprende lo que le pasa.
Buscando a un culpable de su malestar, sin reconocer a sus enemigos invisibles, Juan le echa la culpa al día que "está muy gris" y cierra las ventanas para no ver el cielo.
Las ataduras
Juan se monta en su coche y sintoniza de nuevo su cadena favorita: Radio Libertad.
El diccionario dice que una cadena puede ser una atadura inmaterial pero para Juan su cadena no es ninguna atadura, a él Radio Libertad le "entretiene" y le "divierte."
Como anda muy ocupado Juan no ha tenido tiempo de ver que entretener significa "Distraer a alguien impidiéndole hacer algo" y que divertir, del latín divertere, significa "Llevar por varios lados".
Y mientras deja pasar el tiempo con la radio, el cine y la televisión, Juan olvida que en lenguaje militar divertir significa "Dirigir la atención del enemigo a otra o a otras partes, para dividir y debilitar sus fuerzas."
Pero Juan es un hombre moderno y no cree en conspiraciones: ¿Como van a ser sus cadenas un medio para entretenerlo impidiéndole hacer algo o distraerlo debilitando sus fuerzas?
La 'blackberry'
Decía el artículo que los teléfonos celulares habrían sido inventados para sustituir a las bolas negras que mantenían a los esclavos inmovilizados y controlados.
Pero Juan es un hombre moderno y se dió cuenta pronto de que el artículo era una teoría de la conspiración: ¿Cómo iba a ser su teléfono una maquina diseñada para mantenerlo encadenado y controlar sus movimientos?
La programación
Juan sube el volumen de la radio y una voz como la de un hipnotizador le dice: "Buenos días, estás escuchando Radio Libertad, 24 horas con tu programación..."
La voz tiene razón porque Juan no puede vivir sin su programación.
Su canción preferida vuelve a sonar:
Hoy no me puedo levantar
hay que ir al trabajo, no me da la gana.
Me duelen las piernas, me duelen los brazos
me duelen los ojos, me duelen las manos
Hoy no me puedo levantar
Oyendo la letra deprimente de su canción y atascado en un tráfico infernal Juan se pone de mal humor. Su forma de vida lo deprime y lo enferma.
Pero: ¿Aceptaría Juan que la causa de su dolor es su estilo de vida moderno? ¿Culparía Juan a la carretera en la que pasa horas atascado respirando humo envenenado? ¿Culparía a sus cadenas que le dan malas noticias y lo hacen oír canciones deprimentes?
Ignorando las verdaderas causas de su malestar y buscando a quién culpar Juan abre la ventanilla del coche y empieza a gritarle al primer conductor que pasa como si estuviera poseído por mil demonios.
Para Juan, aunque cueste creerlo, el coche en el que pasa media vida atascado y tragando humo negro es un símbolo de "libertad" |
Juan odia su trabajo pero nunca se ha quejado porque tiene una hipoteca que pagar.
Cuando recibió su préstamo Juan firmó un pacto con una entidad financiera aceptando trabajar para ella el resto de sus días.
Tanto trabaja Juan para pagar su hipoteca que su psiquiatra le ha diagnosticado una nueva enfermedad que está muy de moda:"adicción al trabajo".
En lugar de culpar al sistema económico que lo esclaviza, ¡el psiquiatra le dice a Juan que está enfermo y le echa culpa del dolor que le produce trabajar como un esclavo!
Los adictos
Addictus significa "entregado a otro" y era el nombre que daban los romanos a la persona que nacía libre y era entregada como esclava por no poder pagar sus deudas.
Y quizá el psiquiatra tenga razón porque Juan es un addictus que será esclavo de los bancos hasta que termine de pagar su hipoteca.
Los tres palos
La palabra trabajo procede del latín tripalium (tres palos). El tripalio era el yugo en el que los romanos amarraban a sus esclavos para azotarlos. Será por eso que Juan dice que está "libre" cuando sale de trabajar.
La casualidad
Juan espera de pie en la cola de una cadena de restaurantes de comida "rápida".
Le sirven una hamburguesa que apenas lleva carne, unas patatas que no son patatas y un refresco que, por supuesto, no refresca.
Juan está rodeado de pantallas de televisión que transmiten un partido de baloncesto. Mire a donde mire no podrá perderse su programación.
Igual que las serpientes hipnotizan a sus víctimas la televisión ha hipnotizado a Juan que, aunque no le gusta el baloncesto, no puede dejar de mirar.
En los anuncios un deportista le muestra una hamburguesa y después una mujer le ofrece unas pastillas para la acidez como las que trae en su bolsillo.
Juan no comprende que el primer anuncio le vende la comida que le provoca acidez y el segundo la pastilla como remedio. ¡Le están ofreciendo un problema y su solución!
Pero él es un hombre moderno y no cree que la publicidad pueda manipularlo: ¿Cómo van a engañarlo a él los anuncios con lo inteligente que es?
Dar gracias
Sus abuelos le enseñaron a dar gracias por los alimentos pero Juan ha olvidado esa costumbre "campesina" y "supersticiosa". ¿De qué sirve dar gracias por los alimentos?
Juan es un hombre moderno y cree que darle gracias a un tomate o a un filete es una estupidez.
El animal que hay en su hamburguesa, si es que es un animal, pasó la vida en un corral sin poderse mover recibiendo una gran cantidad de hormonas que lo engordaron de forma exagerada y de antibióticos para que no se pusiera enfermo.
Pero a Juan el trato que recibiera este animal no le importa. En su universidad le enseñaron que René Descartes, padre de la filosofía moderna, dijo que los animales no tienen alma y por lo tanto no pueden sentir dolor.
Para demostrar su teoría Descartes descuartizaba vivos a los animales mientras comentaba a sus colegas científicos que los gritos de sus víctimas no eran de dolor ¡porque no tenían alma!
A Juan le puso enfermo oír cómo Descartes descuartizaba animales vivos pero él es un hombre moderno y nunca "descartaría" a Descartes: ¿Cómo se atrevería él a considerar que el padre de nuestra filosofía moderna era un psicópata o que pudiera estar equivocado?
Las consecuencias
San Francisco de Asís (1181-1226) profetizó que "el hombre debe entender el verdadero mensaje de Dios para con sus animales, debe ponerse en el lugar de aquellos animales desamparados, abandonados y maltratados, sólo así habrá paz, de lo contrario llegará el día en que los hombres verán con sus propios ojos como se contamina y muere su entorno y abusarán no solo de los animales sino también de sus pares humanos".
Casi ochocientos años han pasado y la profecía se ha cumplido: Juan ve como las grandes corporaciones multinacionales contaminan y destruyen su planeta mientras sus pares humanos lo tratan como si fuera un animal.
La oficina donde pasa gran parte de su vida es casi tan estrecha como los corrales donde encierran a las vacas, y su apartamento se parece a las jaulas donde meten a las gallinas, y su coche es casi tan pequeño como una jaula transportadora para perros.
Pero Juan, que es un hombre moderno, no cree que lo estén tratando como a un animal por un razonamiento muy simple: Si fuera un esclavo: ¿Cómo iban a darle sus amos las llaves de su propia jaula?
Las promesas
Además de mostrarle la cara más terrible de la humanidad su diario es una máquina del tiempo que siempre le transporta a un futuro que no existe: "Las autoridades prometieron ...El gobierno construirá...Las medidas económicas lograrán...La organización mundial garantizará...Esta nueva medida contra el terrorismo evitará..." Promesas en futuro que rara vez se convertirán en presente.
Y aunque lo que publica su diario casi nunca se ha cumplido, Juan, que es un hombre moderno, seguirá creyendo religiosamente en lo que diga "La Verdad".
La verdad
En la cafetería entra una persona con un ejemplar de "El Verdadero", la competencia de la "La Verdad". Del encuentro entre "verdades" nace una discusión tan absurda como inútil.
Juan defiende al partido de la oposición porque lo recomienda "La Verdad" y su "competidor" defiende al gobierno porque lo dice "El Verdadero".
A ninguno de los dos se le ocurre pensar que los dos partidos podrían estar manejados desde las sombras por la misma fuerza.
Julio César llamó a esta táctica "divide et vinces" o "divide y vencerás". Si naciera hoy, el César llegaría a un país, crearía unos partidos y cambiaría su frase por un: "Organiza partidos y vencerás".
Y mientras los defensores de la "verdad" debaten sobre el partido que los sacará de la ruina se les olvida que llevan treinta años cambiando de partidos y que al final, defiendan a quién defiendan, voten a quién voten, ellos siempre salen perdiendo.
El efecto "Forres"
Su gusto por las carreras surgió cuando vio la película "Forres Gam" en la que un señor se hacía millonario "corriendo como loco". Desde entonces Juan no ha parado de correr.
En la película a Juan no le explicaron que correr sobre el asfalto dañaría sus articulaciones y ha comenzado a tener problemas con las rodillas. Si sigue corriendo podría lesionar su columna vertebral.
Como la película es una ficción a Forres no le afectaba la nube de humo negro envenenada que cubría la ciudad. Pero Juan es una persona real y cuando corre sus pulmones absorben los venenos de los coches y las industrias que hay sobre la ciudad.
Juan se ve a sí mismo como protagonista de una película pero en realidad está dañando sus articulaciones y contaminando gravemente su cuerpo. Si sigue corriendo en la ciudad ni su película ni su carrera tendrán un final feliz.
Pero como Juan es un hombre moderno no le preocupan ni el dolor en las rodillas ni la tos que le da cuando sale a correr. Juan sufre el "Efecto Forres Gam" y desde que vio la película no ha parado de correr.
La libertad
Juan pasa gran parte de su tiempo "libre" atrapado en las colas de la autopista.
A perder sus horas "libres" atascado en el tráfico recibiendo insultos es a lo que Juan llama "progreso" y "desarrollo".
Para Juan, aunque cueste trabajo creerlo, el coche en el que pasa media vida atascado y tragando humo negro, es un símbolo de "libertad".
La privación
Guiado por unos vallados como los que ponen a los animales y vigilado por varias cámaras, Juan espera en la cola, sumiso, para recibir su mensualidad.
Desde que llegó la modernidad Juan siempre está en la cola y nunca está a la cabeza de nada.
Como es un hombre moderno, para él estas colas no significan que su banco sea ineficiente, ni que su entidad le esté dando un mal servicio. ¿Cómo iba a pensar Juan que su banco lo trata mal?
Cuando le dijeron que privatizarían los servicios públicos le prometieron que nunca más tendría que hacer colas y viviría mucho mejor.
Ahora que los servicios públicos han sido privatizados Juan ve como las grandes empresas lo explotan, han dejado de servirlo y lo hacen esperar.
Privar viene del latín privare que significa "despojar a alguien de algo que poseía".
Y eso es lo que le ha pasado a Juan: que como los servicios públicos han sido privatizados lo han despojado de todo lo que poseía.
Ahora que todo es privado Juan no es dueño de nada y no tiene derecho ni a protestar.
La cafetería
Su queja sobré el café de su barrio era que tenía que esperar cómodamente sentado al camarero anciano que le traía la taza a la mesa.
Ahora Juan, en su nueva cafetería moderna, espera de pie en una cola para pagar un "ticket", se pone en otra cola donde recoge su café y para terminar se lleva él mismo todo a la mesa.
Y aunque en la nueva cafetería no lo atienden y se tiene servir él, Juan no ve ningún problema en esperar de pié, con la cabeza agachada, en la cola de su nueva cafetería.
La ecología
Juan ama la naturaleza y se vanagloria de que es miembro de los grupos ecologistas más importantes del mundo.
Cada año hace su pago correspondiente a estos grupos y con eso se queda tranquilo de que está "salvando al planeta".
Sentado en la mesa de su cafetería moderna, con la camiseta de los "verdes" puesta y su carnet ecologista en la billetera. Juan se toma un café que viene en una taza de plástico, lo mueve con un trozo de madera que desechará, rompe dos sobres de azúcar de papel, usa una servilleta de papel y se come un sandwich que viene dentro de dos plásticos diferentes.
Y aunque parezca mentira, Juan, como es un hombre moderno, no ve ninguna contradicción entre decir que es ecologista y producir cada vez que desayuna semejante cantidad de basura.
Las señales
La vida de Juan está dirigida por señales. Pero no por las señales divinas que guían a los místicos y a los soñadores. Las señales que obedece Juan son mundanas y han sido creadas con objetivos muy claros: imponerle, ordenarle, prohibirle y venderle.
Juan sale del estacionamiento de su edificio y se mete en la autopista. Gracias a sus señales Juan lleva más de diez años sin salirse de su ruta y sin correr el riesgo de conocer algo diferente.
Metido en su coche con el cinturón puesto, Juan siempre sabe cuando tiene que parar, cuando tiene que girar a la izquierda, cuando tiene que girar a la derecha, cuando tiene que avanzar. Cada uno de sus movimientos está controlado con precisión.
Las señales que ordenan su vida son tan efectivas que Juan lleva veinte años haciendo el mismo recorrido hasta su trabajo y ya no se acuerda de la última vez que se perdió y le pasó algo nuevo o diferente.
La marca
A Juan le gustan tanto ir marcado que ha pedido un préstamo para comprar artículos de las mejores marcas en su nuevo centro comercial. ¿Quién sería Juan si no llevara su marca?
El diccionario define marca como: Señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia.
Hasta hace muy poco los aristócratas europeos marcaban a sus esclavos con un símbolo grabado en la piel con un hierro caliente y por eso sus abuelos jamás hubieran permitido que los marcaran como a los antiguos esclavos.
Pero Juan es un hombre moderno y no ve ningún problema en llevar su marca o en que le quieran poner un chip como los que ponen a las mascotas.
Los científicos han dicho que con este chip Juan estará más seguro, será localizado más fácilmente por la policía, entrará más rápido al hospital cuando se enferme y podrá pagar más comodamente sus deudas, que es lo único que tiene.
Y si los científicos dicen que no tiene nada que temer si se pone un chip: ¿Cómo va a desconfiar Juan de lo que diga la ciencia?
Juan ha olvidado que los que hicieron la bomba atómica eran científicos y que los que quieren ponerle el chip son los mismos que le quitaron sus libertades, lo explotan sin piedad y se hacen ricos a costa de su trabajo.
¿Habrá pensado Juan lo que harán con él sus amos cuando lo tengan marcado, sellado y localizado por un chip?
La profecía
El Apóstol Juan escribió en el Apocalipsis:
Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les dé una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca: el nombre de la bestia o el número de su nombre.
Si Juan permite que le pongan un chip la profecía se habrá cumplido y no podrá comprar ni vender sin su marca.
Una vez que el chip controle su vida sus amos sólo tendrán que desactivar el chip ¡y Juan habrá dejado de existir!
La mentira
Un árbol cae derribado sobre un automóvil matando a dos personas y Cadena 13, otra de las cadenas de Juan, envía un equipo para retransmitir en vivo el accidente.
La cámara muestra a los fallecidos aplastados por el árbol mientras que una guapa presentadora le explica a Juan el peligro de que un árbol caiga sobre su coche.
Viendo la imágenes Juan entra en pánico: ¿Cómo puede permitir esta amenaza para su vida? Al terminar la retransmisión Juan ya está convencido de que hay que arrancar todos los árboles del país.
Si pensara por él mismo, Juan observaría que el año anterior la contaminación mató en su país a 20.000 personas, 12 veces más que los accidentes de tráfico, y diez mil veces más que los árboles que se caen.
Viendo estas estadísticas Juan se preguntaría: ¿Porqué 2 muertos causados por un árbol son tan importantes para su cadena de televisión y 20.000 muertos por contaminación no?
Con este simple razonamiento Juan entendería que la guapa presentadora le está mintiendo cuando le dice que los árboles son una grave amenaza. Pensando por sí mismo Juan descubriría que son los coches, y no los árboles, el verdadero peligro para su vida.
La tos
Han pasado meses desde que cortaron los árboles y la nube que cubre sobre la ciudad se ha vuelto más negra. Juan no para de toser y se pregunta porqué.
No se le ocurre pensar que el aumento de la polución podría tener que ver con los miles de árboles que cortaron en su ciudad y que filtraban muchas toneladas de gases contaminantes. Ni tampoco que las industrias y los coches sean un peligro para su vida.
No se le ocurre pensar que el aumento de la polución tenga que ver con los miles de árboles que cortaron en su ciudad que filtraban muchas toneladas de gases contaminantes. |
El laberinto
Juan se para frente al escaparate de una tienda de mascotas y observa a un ratón que corre en un laberinto sin salida. ¡Qué triste pasar la vida corriendo sin llegar nunca a ninguna parte!
Juan llega a su gimnasio y empieza a correr en una máquina sin avanzar y con la mirada perdida en un muro. ¡Qué triste ver que Juan por mucho que corra nunca llegará a ninguna parte como el ratón que vive atrapado en el laberinto¡
La monocultura
En el gimnasio un grupo de mujeres hace ejercicios frente al espejo al ritmo de una música pobre y monótona. Sus movimientos son casi tan repetitivos como la música que escuchan.
El baile es símbolo de libertad pero en este gimnasio se ha convertido en una danza de clones.
Juan observa al instructor que vigila en el espejo para que ninguna mujer exprese su personalidad y se atreva a "equivocarse" haciendo algo diferente.
La sociedad de Juan es la sociedad de los clones, de la monocultura y del pensamiento único. Sus dioses son la Imitación y la Repetición.
Juan, como es un hombre moderno, está muy bien adaptado a su sociedad y nunca se atrevería a salirse del redil. ¿Cómo iba a atreverse él a expresarse haciendo algo diferente?
El grupo de mujeres continúa repitiendo sus ejercicios monótonos y repetitivos frente al espejo. Juan piensa que si las mujeres siguen practicando algún día llegarán a coordinar sus movimientos tan bien como lo hacían las tropas del ejercito alemán que salen en los documentales.
Los caminos
Hace décadas unos científicos descubrieron que cuando una persona repite siempre los mismos movimientos sus conexiones neuronales se desconectan y se cierran.
La repetición hace que el cerebro humano pierda capacidad y las personas pierden lucidez. Mientras más monótona y repetitiva es la vida menos capacidad tiene el cerebro.
Esta cualidad, la neuroplasticidad del cerebro, la conocían los mayas antiguos cuando decían que las mentes de las personas son como los ambientes que las rodean.
Si una persona vive rodeada de diversidad y creatividad, su mente se vuelve rica y creativa. Y si la persona vive rodeada de monotonía y repetición su mente se vuelve limitada y se cierra.
Los antepasados de Juan caminaban bajo un cielo lleno de estrellas pero él, que es un hombre moderno, corre en una máquina sin avanzar y su cielo es el techo de un gimnasio.
Los antepasados de Juan se guiaban por el Sol en el horizonte pero él, que es un hombre moderno, tiene como horizonte un muro y su sol es una bombilla.
Los antepasados de Juan ejercitaban su cuerpo cruzando montañas pero él, que es un hombre moderno, pasa las horas en el gimnasio repitiendo siempre los mismos ejercicios como el ratón que vive atrapado en el laberinto.
El Bar (Cementerio de hombres vivos)
Después de salir del gimnasio Juan va a tomarse unas "cervecitas" al bar. El ejercicio no le quitó la ansiedad y cree que el alcohol le curará los dolores del alma.
El tema de conversación de los lunes es el mismo desde hace veinte años: Los resultados de los partidos del fin de semana. Fulanito "falló un penalti", menganito "marcó un gol por la escuadra", sotanito " le escupió en la cara a un contrario...".
Juan no se ha dado cuenta de que lleva veinte años atrapado en un circuito cerrado. Su vida se ha convertido en un monótono y repetitivo Deja Vu.
Cuando Juan intenta irse del bar uno de sus "amigos" lo agarra del brazo y le pone una copa en la mano. Con amigos como estos Juan no necesita enemigos. |
Sus vecinos dicen que Francisco se ha vuelto loco porque vendió el coche y dejó de comer la comida del supermercado.
Lo que Juan no sabe es que Francisco, el loco, lo ve a él como a un zombi sin voluntad que deja escapar su salud y su vida emborrachandose en el bar: el cementerio de hombres vivos.
La culpa
A Juan no le gusta aceptar su responsabilidad en la vida y por eso la culpa siempre la tienen los demás.
Aunque nunca le ha servido de nada, Juan se pasa media vida quejándose de la sociedad, de su jefe, de los políticos, de los curas, de los banqueros.
Y como siempre está quejándose Juan nunca ha tenido tiempo de buscar soluciones para sus problemas, cambiar su vida y recuperar su libertad.
La pantalla
Juan ha pasado una parte importante de su vida sentado frente a una pantalla mirando a otros vivir. En su experiencia de segunda mano nunca ha sido protagonista de nada, él siempre ha sido un simple espectador.
Por eso Juan nunca ha marcado un gol por la escuadra, ni ha hecho nada por su comunidad, ni ha reforestado bosques, ni sabe cocinar grandes platos, ni ha conocido selvas, ni ha subido montañas, ni ha navegado ríos, ni ha ganado medallas, ni ha dado conciertos, ni ha amado a sus semejantes, ni ha pintado cuadros, ni ha escrito libros, ni ha sido actor en una película. Cuando se pone frente a la televisión Juan ni siquiera es protagonista de su propia vida.
Si Juan calculara el tiempo que pasa frente a la televisión comprendería porqué nunca ha tenido tiempo de hacer nada por él mismo o por su comunidad.
En su tiempo "libre" Juan ha visto una media al mes de:
12 partidos de fútbol 48 horas
16 películas en el cine/series 24 horas
1 hora de noticias por 30 días 30 horas
1 partido de tenis semanal 12 horas
1 campeonato de motociclismo 6 horas
1 campeonato de Formula 1 6 horas
2 partidos de béisbol 4 horas
130 horas al mes, por doce meses son 1686 horas, y por treinta años 50580 horas. Si divide estas horas por 8760 que tiene un año Juan verá que ha pasado 5.7 años de los últimos 30 sentado frente a una pantalla de televisión. ¡Casi seis años en los que podía haber creado su futuro y soñar!¡Casi seis años frente a una pantalla dejando la vida pasar¡
¿Cuantas cosas podría hacer Juan en 5.7 años?¿Quizá aprender a tocar música o bailar?¿Quizá sembrar árboles o mirar a las estrellas?¿Quizá pasear por la naturaleza o aprender a cocinar?¿Quizá estudiar algo de valor o pasar más tiempo con sus seres queridos?¿Quizá tener mucho sexo o amar muchísimo más?¿Quizá hacer películas o vivir aventuras?¿Quizá leer, aprender o enseñar?¿Quizá convivir con sus vecinos o ayudar a reconstruir su comunidad?¿Quizá simplemente vivir?
La cárcel
"Bar" en inglés significa "barrote" y cuando un inglés entra en prisión lo ponen "behind bars" o "detrás de los barrotes". Y eso es lo que le pasa a Juan: que el bar se ha convertido para él en una cárcel sin rejas.
Su "amigo" lo agarra del brazo y le pone otra copa en la mano. Cuando bebe, su "amigo" se pone violento y se transforma en otra persona; parece otro.
La etiqueta de la botella lleva escrita la palabra "spirits"(espíritus). ¿Porqué llamarían así sus ancestros al alcohol?¿Será que pensaban que en la botella habitan unos espíritus? ¿O quizá creían que el alcohol es un canal para que los espíritus posean a los borrachos?¿O quizá vieron que el alcohol destruye los espíritus de los alcohólicos?
Juan es un hombre de ciencia y no está interesado en preguntas supersticiosas. A él no le afecta el alcohol y para demostrarlo se toma la última copa y se va arrastrándose para su casa.
Las redes
Un robot recibe recibe a Juan en su red social favorita: Hola: ¿Qué estás pensando?
¿Se le habrá ocurrido a Juan pensar para qué quiere el robot saber lo que está pensando?¿Será que detrás del robot hay alguien que quiere saber cosas sobre él?
Según el diccionario red es un "aparejo que sirve para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc". Otro de los significados de red es un "Ardid o engaño del que alguien se vale para atraer a otra persona". Pero Juan no tiene ningún problema con las redes: a él le encanta que lo atrapen.
Juan ha leído que las redes sociales fueron creadas para recopilar información sobre su vida, analizar su comportamiento y venderle cosas. Pero él es un hombre moderno y no cree en teorías de la conspiración: ¿Cómo van a estar diseñadas las redes para atraparlo a él como se atrapa a un animal?
El mando
Juan pone un paquete de palomitas de maíz en el microondas, abre una botella de refresco de dos litros y se sienta en el sofá con su mando a distancia: Es hora de la película.
Como es un hombre moderno, Juan no cree importante averiguar si el microondas le hace daño a sus alimentos, ni si el maíz transgénico es peligroso para la salud, ni si la gran cantidad de azúcar del refresco le causará artritis o diabetes.
El lugar más importante de la casa de sus abuelos era la mesa donde convivía la familia. Pero para Juan la convivencia no es una prioridad y el lugar más importante de su casa está reservado para la televisión.
Juan piensa que es muy inteligente porque siempre adivina el final de las películas. Nunca se le ha ocurrido pensar que las películas pudieran estar diseñadas para programar su cerebro a base de repetición.
Su abuelo decía que el mando a distancia no era para que Juan controlara los programas sino para que la programación lo controlara a él. Y su abuela siempre le decía que la televisión estaba diseñada para "lavarle el cerebro".
Pero Juan nunca escuchó los consejos "anticuados" de sus abuelos campesinos: ¿Cómo iba a estar diseñado el mando a distancia para controlarlo a él? ¿Y cómo iba a lavarle el cerebro la televisión a él con lo inteligente que es?
Circuito Cerrado
La vida de Juan se ha convertido en un monótono circuito cerrado que comienza a enfermarlo y deprimirlo.
En su repetitivo deja vu los días son tan parecidos que para diferenciarlos Juan necesita mirar la fecha en el calendario. Y sus horas son tan tristes y monótonas que para diferenciarlas necesita mirar el reloj.
Circuito viene de la suma de circum, que significa alrededor, e itum que significa ir. Por lo tanto cirtuito significa "ir alrededor" o "dar vueltas alrededor".
Y eso es lo que le pasa a Juan: que lo han atrapado en un circuito cerrado en el que lo tienen dando vueltas en círculos como el ratón que corre por el laberinto de la tienda de mascotas.
La velocidad
Y desde que quitaron el bosque Juan pudo avanzar más rápido en su circuito cerrado alcanzando mucha más velocidad en su laberinto sin salida. |
En aquellos años se tendía en la tierra con los brazos abiertos y observaba a los pájaros que se deslizaban en el viento sobre la copa de los árboles.
Pero el día que su padre le regaló la bicicleta nació en Juan la pasión por la velocidad y nunca más se salió del camino.
De perderse en el bosque correteando mariposas Juan pasó a dar vueltas con su bicicleta en un monótono y aburrido circuito cerrado.
Como la bicicleta no le permitía pararse, Juan perdió contacto con el bosque y mientras más velocidad alcanzaba más olvidaba que el bosque era un lugar lleno de vida.
Un día mientras pedaleaba en su monótono circuito cerrado una rama de un árbol obstruyó su camino y Juan se cayó de la bicicleta. Su antiguo compañero de juego, el bosque, era ahora un enemigo que no le permitía alcanzar suficiente velocidad.
Juan estaba indignado: ¿Cómo se atrevía el bosque a impedirle alcanzar más velocidad en su circuito cerrado?¿Cómo se atrevía un árbol insolente a impedirle que fuera más rápido en su laberinto sin salida?
Fue por esto que Juan se alegró mucho cuando las máquinas vinieron a arrancar el bosque para construir el centro comercial. Desde ese día Juan pudo pedalear más rápido en su circuito cerrado alcanzando mucha más velocidad en el laberinto sin salida que nunca lo llevará a ninguna parte.
Las pelotas
Si Sócrates levantara la cabeza se preguntaría qué sentido tiene que Juan, una maravilla de la Creación, pase media vida sentado como un zombie frente a una pantalla de televisión viendo a un grupo de personas correr detrás de una pelota.
Pero Juan es un hombre moderno y no le interesan ni Sócrates ni la filosofía: A él lo que le interesan son las pelotas.
En lugar de vivir, que le parece muy aburrido, Juan prefiere matar el tiempo viendo pelotas que se meten entre palos, se cuelan en cestas, se pasan sobre redes, se golpean con palos, se meten en hoyos o rebotan contra paredes.
Filosofía proviene de las palabras griegas amor (philos) y sabiduría (sofos). Pero a Juan el amor y la sabiduría le traen sin cuidado: ¿Para qué va a buscar Juan la sabiduría si ya se sabe de memoria los nombres de los jugadores de la selección?
Las lágrimas
Antes del partido los equipos se toman una foto con un cartel que dice "No a la Violencia" y a Juan "se le saltan las lágrimas" de la emoción: ¿Qué haría el mundo sin estos deportistas tan comprometidos contra la violencia?
Juan se seca sus lágrimas por la "no violencia" y comienza el partido: "...el artillero fusila al arquero con un disparo por la escuadra...en un contragolpe el cancerbero intercepta un cañonazo del matador...el delantero hace un disparo a bocajarro que ataja el cancerbero y está a punto de sentenciar el partido....el jugador tuvo que ser sacado en camilla después de recibir un hachazo del defensor...el nuevo "killer"(asesino) del equipo remató con violencia al larguero...el jugador lanzó un obús que puso de rodillas al arquero...
La justicia
El árbitro pita un penal injusto a favor del equipo de Juan y los jugadores comienzan a golpearse y escupirse. Han pasado veinte minutos y del "No a la Violencia" ya no queda ni la memoria.
A Juan no le parece extraño que se hable de "no violencia" en un evento en el que unos contendientes luchan por obtener la victoria. ¿Cómo se va a promover la paz en una confrontación en la que un adversario se enfrenta a otro para derrotarlo?
Aunque su equipo ganó con una injusticia Juan no ve como un acto violento burlarse de los seguidores del equipo perdedor y humillarlos. Juan es un hombre moderno y sabe muy bien que en los deportes, como en su sociedad moderna, ganar es lo único que importa.
De estreno
Como cada viernes Juan va al cine a ver la nueva película de su director favorito.
La película se llama Circuito Cerrado y trata sobre una conspiración en la que unos parásitos muy poderosos planean ponerle a Juan un chip como el que ponen a los animales, quitárle todo lo que posee y sustituirlo por un robot.
Según la película, de ciencia ficción, estos parásitos mantienen a Juan atrapado en un circuito cerrado alimentándose de su energía.
Esta macabra conspiración quiere acabar con el planeta y con la humanidad.
Por supuesto que Juan sabe que las películas no son reales y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia: ¿Como van a querer los poderosos ponerle a él un chip como el que llevan los animales?¿Y cómo va a haber una conspiración en la que unos parásitos lo han atrapado en un circuito cerrado, le están quitando todo lo que tiene y quieren cambiarlo por un robot?
El motor
Juan es un hombre "libre" y para celebrarlo pasará todo el fin de semana sentado frente a una pantalla de televisión viendo las carreras. Nunca supo porqué, pero le gusta muchísimo el mundo del motor.
Pasar horas viendo unos vehículos dando vueltas a un monótono circuito cerrado puede parecer aburrido pero el cerebro de Juan está tan acostumbrado a la repetición que mientras más repetitiva es una actividad más cómodo se siente.
Mientras espera a que empiecen las carreras, Juan enciende la radio y la música comienza: Yo para ser feliz quiero un camión...Y pa los reyes me han echao una amootoooo. bruuummm burrrrrm...Vivo en la carretera....Pisa el acelerador...Autopista al Infierno..."
Y así, cantando sus canciones favoritas, Juan intenta resolver un misterio: ¿De donde vendrá su gran afición a las carreras y a la velocidad?
Quemando gasolina
Juan es un hombre "moderno" y sabe bien
que en los deportes, como en la sociedad moderna, ganar es lo único que importa. |
Juan adora la velocidad y le encanta echarse a la carretera a "quemar gasolina".
Como va tan rápido Juan nunca ha conocido los secretos de los bosques que deja atrás, ni ha convivido con las gentes de las culturas que los habitan.
Sus mejores recuerdos suelen ser las fotos que se toma en la gasolinera donde llena el tanque, el restaurante donde come, el bar donde se emborracha o junto a la señal de entrada de los lugares por los que pasa.
Como nunca se sale de la carretera y va a mucha velocidad los únicos animales que Juan ve son los que yacen muertos y atropellados en el asfalto.
Hace años iba con cuidado para no chocar con animales pero hoy no tiene ese problema: Una gran cantidad de especies ya se han extiguido y apenas quedan animales para atropellar.
Pero a Juan, que es un hombre moderno, no le interesan para nada los animales que mueren atropellados y ha pedido que amplien la carretera para poder ir más rápido en su huida de la realidad.
¿Qué van a importarle a Juan los miles de insectos y animales que morirán aplastados cada día por los vehículos en su nueva carretera de alta velocidad?
El veneno
Juan tampoco se ha molestado en pensar que cada litro de gasolina que "quema" sin necesidad contamina la atmósfera con venenos como el benceno, el etanol, el propano, el metanol, el tolueno, el formadehido, el etileno, el m-Xileno y el 1-3-Butadieno.
Si una persona toma veneno dicen que es un suicida y si alguien le da veneno a otro dicen que es un asesino. Sin embargo Juan, que se dedica a esparcir en la atmósfera venenos mortales con su motor, no es ni suicida ni asesino, aunque parezca mentira, para la sociedad Juan el "envenenador" es una persona "normal".
La desconexión
Juan no sabe, o no le interesa saber, que para que pueda "quemar" gasolina para divertirse se están haciendo guerras en la que están muriendo miles de personas inocentes. Cada litro de combustible que Juan quema para divertirse tiene un precio muy alto: el sufrimiento y la muerte de muchos seres humanos.
Juan está tan desconectado de la realidad que es incapaz de ver los efectos que provocan sus acciones y no le da verguenza hablar de paz en las manifestaciones contra la guerra a las que va ¡"quemando" gasolina con su moto!
La ofrenda
Como está tan ocupado nunca ha tenido tiempo de ver que votar viene de votum que significa ofrenda religiosa o promesa a los dioses. ¿Sabrá Juan que cada vez que vota le hace una ofrenda o promesa a los dioses?
Al llegar al colegio electoral Juan no sabe que papeleta elegir, en los últimos treinta años ha votado por todos los partidos y ninguno hizo nunca nada por él.
Juan no parece comprender que puede que el problema se encuentre en el sistema y no en los partidos.
¿De qué le servirá a Juan cambiar de partido cuando es el sistema económico y político lo que falla?
En lugar de esperar a que un sistema fracasado arregle su vida quizá Juan debería reclamar su poder y ponerse el mismo a cambiar su realidad. ¿De qué le servirá poner su esperanza en un político cada cuatro años si después él mismo no hace nada para crear un mundo más justo y mejorar su vida?
Vota por Nadie
Juan se mete en sus redes y lee las siguientes palabras: ¡Nadie cumple sus promesas!¡Nadie piensa en el hombre común!¡Nadie es perfecto!¡Vota por Nadie!
Totalmente confundido Juan se pregunta: ¿Nadie?¿Cómo va a ser Nadie la solución?¿Cómo va a votar por Nadie?
Tan acostumbrado está Juan a que otros piensen por él que no comprende que Nadie son esos miles de millones de personas que creen que arreglarán el mundo votando en unas elecciones.
Juan no comprende que los políticos, aunque quisieran, no podrían cambiar nada si él no pone de su parte. El cambio está solamente en él. Sólo Juan, con sus pequeñas acciones diarias, puede cambiar el mundo.
Una urna, que es donde Juan pone su esperanza el día de las elecciones, era para los romanos el lugar donde se tiraban los restos de un muerto: ¿Será que cuando pone su voto en la urna Juan está sepultando su esperanza? ¿Será que las elecciones son los funerales de la esperanza de Juan?
El precio
Cuando el médico le recetó unas pastillas Juan también olvidó que las medicinas tienen efectos secundarios y que las pastillas para aliviar el estómago podrían afectarle el hígado. Y que las pastillas para aliviar el hígado podrían afectarle los riñones. Y que las pastillas para aliviar los riñones podrían dañarle la piel.
Y así sin darse cuenta Juan enfermó y la enfermedad le quitó la energía y la falta de energía lo entristeció y su psiquiatra, sin ni siquiera intentar averiguar las causas de su tristeza, le diagnosticó depresión.
El sueño
Durante meses Juan ha intentado derrotar a su depresión pero su dolor es tan profundo que está punto de desplomarse.
Engañado por la publicidad Juan pensó que renunciando a sus sueños e imitando a los demás sería más feliz. Creyó que vistiendose de marca, comprando un coche último modelo, usando el mejor teléfono o comiendo en los mejores restaurantes alcanzaría la felicidad.
Ahora que ha perdido la salud Juan ve que el sueño falso que persiguió durante toda su vida se ha convertido en una pesadilla. La vida que le prometieron era una mentira que solo existía en los anuncios y en las pantallas de televisión.
El peligro
Tras desmayarse Juan entra en un sueño profundo y ve por primera vez el circuito cerrado en el que vivió atrapado toda su vida |
Las pastillas, que sólo le sirven para evadir la realidad, lo han convertido en un zombi que por las noches ha dejado de soñar.
Si Juan supiera que en China usan la misma palabra para definir peligro y oportunidad comprendería que su depresión es una oportunidad para cambiar su vida y empezar un nuevo camino.
Reconociendo que es un esclavo, lograría ver el circuito cerrado en el que vive atrapado y así podría liberarse de las cadenas invisibles que lo retienen.
Si apagara la televisión y se fuera a pasear por el campo. Si dejara los productos procesados haciendo una dieta más saludable. Si dejara de beber y de fumar. Si dejara de ver películas y volviera a la realidad de su vida. Si cambiara la música de su cadena favorita por el canto de los pájaros. Si cambiara la bombilla de su habitación por el sol del atardecer. Si cambiara la pared del gimnasio por un cielo azul. Si no tuviera miedo a vivir.
El miedo
Juan no puede hacer unos cambios tan simples porque no ha reconocido a los enemigos invisibles que lo encadenan, lo controlan y lo programan. No comprende que vive en un mundo falso creado por unos parásitos que se alimentan de su miedo, de su dolor y de su tiempo.
Una mañana de domingo Juan está tan desesperado que por primera le pide a Dios que lo ayude.
Suena el teléfono y en la pantalla aparece un número desconocido. ¿Será Dios que está respondiendo a su llamada o será alguien intentando venderle una nueva tarjeta de crédito?
Si contestara al teléfono Juan podría resolver el misterio. Quizá sea un viejo amigo que lo invita a hacer algo nuevo, o quizá es un familiar le quiere dar una buena noticia o quizá sea Dios que ha respondido y le ha mandado un ángel.
Pero Juan nunca sabrá quién lo llamó porque cuando está a punto de contestar su programación se activa y como si fuera un robot agarra el mando a distancia y se sienta a ver la televisión.
El qué dirán
Cuando le dio depresión un amigo le recomendó que dejara sus hábitos, que fuera a lugares diferentes, que hiciera cambios en su vida.
Sin embargo Juan, que es un hombre moderno, tiene miedo a hacer cosas diferentes porque le importa mucho lo que dirán los demás.
¿Qué pensarán sus amigos si deja de ir al bar?¿Lo abandonarán si deja de hablar tonterías y se pone a hablar de cosas importantes?¿Se reirán de él si decide hacer una dieta sana?¿Le llamarán loco si vende su coche y empieza a caminar?¿Le darán la espalda sus amigos si deja de ver la televisión?
Juan vive una vida miserable, trabaja de sol a sol como un esclavo, se encuentra enfermo y triste, es alcohólico y toma pastillas para dormir. Pero su programación es tan fuerte que se niega a aceptar que se encuentra encadenado a una red y atrapado en un circuito cerrado que lo enferma y lo aleja de la felicidad.
La derrota
Una mañana al llegar la oficina los abogados de Recursos Humanos de su empresa, los menos humanos de todos los recursos, le dicen a Juan que está despedido.
Sin ningún aviso o explicación, los de seguridad ponen todos sus objetos personales en la calle y lo acompañan hasta que abandona el edificio.
Juan llega a su apartamento, que todavía no ha terminado de pagar, preguntándose cómo su empresa, a la que dedicó veinte años de su vida, ha podido despedirlo de una manera tan violenta sin un aviso ni explicación.
Intrigado por el motivo de su despido Juan, que trabajaba para un banco internacional, llama a uno de sus amigos que le explica que la empresa está sustituyendo a toda la plantilla por robots.
Juan oye que mientras firmaba su despido su jefe dijo que decidieron cambiarlo por un robot porque las máquinas trabajan sin descansar, no hay que pagarles salario y no cobran jubilación.
El mundial
Juan siente que se ha cometido una injusticia contra él y llama a un abogado para demandar a su empresa. ¿No deberían darle sus jefes una indemnización más decente?¿No tiene derecho a que lo avisen de que lo van a despedir?¿Cómo pueden tratarlo así después de haber entregado a la empresa veinte años de su vida?
Cuando llama a su abogado Juan descubre que mientras él celebraba que su selección había ganado el mundial los políticos hicieron muchas reformas que le quitaron casi todos sus derechos y con la nueva ley Juan no tiene derecho ni a reclamar ni a protestar.
No se fía
Juan recuerda a la mujer de la tienda de verduras que le dejaba fiado cuando no tenía dinero para pagar.
Y recuerda al anciano de la carnicería que le regalaba unos huevos cuando pasaba a saludar.
Y recuerda a la familia que le dejaba los panes más baratos cuando no le alcanzaba el dinero para completar.
Cuando camina hasta ellas Juan descubre que todas las tiendas quebraron cuando pusieron el nuevo centro comercial.
Hambriento Juan llega al centro comercial y viendo a los guardias que custodian la entrada comprende que por mucho que suplique en el centro comercial ni le regalaran ni le fiarán.
Juan acaba de comprender porqué sus abuelos siempre se negaron a ir al centro comercial y le insistían en que comprara en las tiendas pequeñas de su barrio. A sus abuelos no les importaba pagar unos céntimos más porque sabían que lo importante en el mundo era conservar la humanidad, sabían lo importante que es apoyarnos unos a otros.
La basura
Como no quiere robar Juan camina alrededor del centro comercial en busca de los contenedores de basura y se encuentra con unos guardias de seguridad, una valla electrificada y unas cámaras de seguridad que le impiden el paso.
Detrás de la alambrada de espinos, como si estuviera dentro de un campo de concentración, Juan ve impotente como unos trabajadores tiran cajas de comida a la basura que él no se podrá comer. ¡Si pudiera tomar al menos una galleta para quitarse el hambre!
El centro comercial, que durante tantos años fue para él un símbolo de modernidad y de abundancia, aparece hoy ante sus ojos como lo que realmente es: Un monstruo inhumano que basa su existencia en la crueldad, la injusticia, el despilfarro y la desigualdad.
La humanidad
Tiene la esperanza de que alguien con humanidad lo invite a un café y le haga compañia para calmar su dolor.
Pero su cafetería es una corporación multinacional y en ella, como en su centro comercial, lo último que Juan encontrará será un gesto de humanidad.
Cuando Juan se sienta en la mesa un vigilante de seguridad se le acerca y le dice que si quiere quedarse tiene que consumir.
El gerente vió en las cámaras de seguridad que Juan no está gastando nada y ha ordenado que lo saquen del local.
Humillado Juan se pregunta: ¿Cómo pueden hacerme esto a mí que era un cliente fijo de esta cafetería?¿Cómo pueden echarme a la calle como si fuera un delincuente por no tener dinero?
Juan acaba de comprender que estas grandes corporaciones que alimentó son monstruos inhumanos sin alma ni corazón.
La creación
Suena el timbre y cuando abre la puerta Juan ve a un grupo de policías que empieza a sacar los pocos muebles que quedan en su apartamento.
Debido a su profunda desesperación a Juan le da un fuerte dolor en el pecho y pierde el conocimiento.
Tras desmayarse Juan entra en un sueño profundo en el que ve por primera vez el circuito cerrado en el que vivió atrapado toda su vida.
En su sueño Juan ve el día que abandonó la cafetería de su barrio para meterse en la cola de la corporación internacional de la que ahora lo sacan como si fuera un criminal.
En su sueño Juan ve la deprimente oscuridad del bar y las risas tristes de sus amigos alcohólicos. Unos amigos que ahora, como no tiene dinero, no quieren saber nada de él.
En su sueño Juan ve como dejó pasar su vida como un zombie sentado frente a una pantalla de televisión.
En su sueño Juan ve como quemando gasolina con su coche ayudó a crear la nube de humo negro que cubre su ciudad.
En su sueño Juan ve los árboles frutales que había en el bosque que arrancaron para poner el centro comercial. ¡Si todavía estuviera el bosque podría encontrar algo para comer!
En su sueño Juan ve los miles de animales e insectos que murieron aplastados por su autopista de alta velocidad. Ninguna de esas muertes sirvió para alimentar a alguien hambriento como él, todas esas criaturas murieron en vano.
En su sueño Juan ve las pequeñas tiendas que cerraron cuando se abrió el centro comercial. Esas tiendas que le fiaban ya no están y en el centro comercial ni en la basura lo dejan rebuscar.
En su sueño Juan ve que nunca ayudó a sus vecinos cuando comenzaron a ser despedidos y a perder sus hogares. Ahora, igual hizo él, sus vecinos le dan la espalda y no lo quieren ayudar.
En su sueño Juan ve cuando el gobierno subió los impuestos a los pequeños negocios independientes y dió ayudas a las grandes multinacionales. Cuando estas personas pidieron apoyo Juan se lo negó. Ahora, igual que hizo él, sus vecinos le dan la espalda y no lo quieren apoyar.
Si reconociera que es un esclavo abriría los ojos y vería el circuito cerrado en el que vive atrapado, podría liberarse de las cadenas que lo atan y anular su programación |
En su sueño Juan ve cuando sus abuelos quisieron enseñarle a cultivar el campo y a cultivar la miel de las abejas. Si supiera como sembrar, si supiera crear su propia comida, ahora podría tomar las maletas, irse al campo y volver a empezar.
En su sueño Juan ve que siempre trabajó para otros, que siempre hizo lo que decían otros y que siempre obedeció a otros. Nunca se atrevió a hacer nada por sí mismo.
En su sueño Juan comprende que se está muriendo y que es posible que no tenga otra oportunidad.
En su sueño Juan piensa: ¡Si pudiera regresar a la vida!¡Si pudiera volver a empezar¡
El silencio
Cuando Juan abre los ojos sus muebles están tirados en la calle y la gente que pasa va con tanta prisa que no tienen tiempo para ayudarlo. Pero: ¿Cómo van a ayudarlo si él nunca hizo nada por nadie?
Rodeado de policías Juan ve en el suelo un libro abierto que tiene un poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller que dice:
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judios,
no pronuncié palabra porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.
Sus vecinos miran desde las ventanas sin comprender que si no actúan hoy, lo que le está pasando a Juan les pasará a ellos mañana.
Juan despierta de su sueño y ya no siente miedo, tristeza o depresión. Ha comprendido que lo importante es estar vivo y da las gracias porque ha vuelto a nacer.
Mientras los policías retiran los últimos objetos de su casa Juan observa al gerente del banco que supervisa la entrega de su hogar y sonríe. ¿Cómo podría enfadarse con él si hace sólo unos meses Juan era alguien como él?
Desde su ventana Juan ve a los miles de conductores que se pitan atascados en el tráfico cubiertos por una nube de humo negro y comprende que su ciudad es un infierno que él mismo construyó y que él mismo tendrá que reconstruir.
Libre de su miedo Juan ve por primera vez al mundo donde vivía tal y como es: un mundo enfermo que se destruye a sí mismo y que un día a él llegó a parecerle normal.
Ahora que despertó Juan comprende que su enfermedad, su depresión y el despido de su trabajo son una oportunidad para volver a empezar y una liberación.
Es cierto que tendrá que dejar atrás muchas cosas materiales, pero al mismo tiempo ha ganado la bendición de ver el mundo como es en realidad.
Ahora que Juan sabe lo que importa de verdad, podrá comenzar una nueva vida libre de cadenas, programas o circuitos cerrados. Lograr ver su prisión le enseñó el camino de su verdadera libertad.
Juan quiere viajar ligero de equipaje y decide llevarse solamente la vieja maleta que le regalaron sus abuelos. Cuando se la entregaron, los ancianos le dijeron que era una maleta de la suerte que le serviría si alguna vez tuviera que realizar un largo viaje.
Al abrir la vieja maleta, Juan ve algo oculto en el forro. Cuando lo abre Juan encuentra una fotografía de sus abuelos campesinos, un sobre con dinero, un puñado de semillas y una nota que dice:
No te olvides de vivir Juan;
Nunca te olvides de vivir.
Tus abuelos
Llorando de alegría Juan agarra su maleta de la suerte y dando gracias a la vida le promete a sus abuelos que no se preocupen: Que nunca más se olvidará de vivir.
Comentario final
Esta es una historia de ficción que incluye experiencias de mi propia vida pero podría servir para ilustrar la realidad de miles de millones de personas que parecieramos vivir atrapadas en un circuito cerrado en el que se nos va la vida repitiendo una y otra vez el mismo camino como las ratas de las tiendas de mascotas.
Atrapados en nuestros laberintos invisibles pareciera que se nos olvida lo importante que es la vida y dejamos de expresar la grandiosidad de nuestras almas y de nuestros corazones.
No pretendo dar lecciones de vida a nadie ya que yo apenas comienzo a vislumbrar la cárcel sin rejas en la que he vivido atrapado toda la vida. Estoy tan atrapado como cualquier otro.
Tampoco quiero convencer de nada a nadie porque cada persona tiene que elegir su futuro.
Sin embargo espero que este texto sirva para reflexionar sobre la sociedad enferma en la que vivimos y que muchos consideran "normal".
Todavía no tengo la clave para salir de la red en la que el sistema nos mantiene atrapados. Cada cual deberá buscar su camino de salida y seguramente la llave se encuentre en el corazón de cada uno de nosotros.
La idea de escribir esta historia nació hace unos años cuando en una cafetería saqué un bote de miel para endulzar un café y una persona se acercó para preguntarme si podía ayudarla. Me dijo que conocía a alguien con una grave depresión y que si sabía como curarle.
Ese día me quedé sin palabras y no supe de decir. Por eso decidí escribir este texto con la idea de que si alguien me hace otra vez la misma pregunta poder entregarle esta reflexión basada en mi propia vida.
Si logro que una sola persona comprenda que su tristeza es fruto de nuestro absurdo y autodestructivo estilo de vida y que su depresión no es una enfermedad sino más bien una reacción natural a una sociedad cruel y demente que se destruye a sí misma. Entonces los años que he pasado creando este texto habrán merecido la pena.
Y conocereis la verdad, y la verdad os hará libres.
Jesús de Nazaret
( San Juan 8:31)
Fuentes consultadas y adicionales
Diccionario RAE
Efectos del Azucar
Substancias peligrosas en cosméticos
Etimología palabra Trabajo
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Glosario de términos periodísticos
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Etimologías de Chile
Chilam Balam de Chumayel
La Biblia Católica
Mahabharata. El Mayor Poema Épico de la India. Aut. Vyasa
El pensamiento creativo. Aut. Edward de Bono
La Nada: Diario de un observador
Viaje al Centro del Universo: Diario de un Observado
Planta un árbol