Viaje al Centro del Universo. Parte 9: Un hermoso sueño

La justicia

Una casa del centro de Guanajuato
Nuestro último día en Guanajuato nos levantamos muy temprano para pasear por sus calles al amanecer antes de dirigirnos a nuestro próximo destino.

Un perrito se nos acerca y como si ya nos conociera nos saluda y se viene con nosotros. Las primeras sombras de la mañana pintan las casas de colores con las siluetas de los árboles.

Nuestro amigo canino nos acompaña durante casi dos horas haciéndonos vivir un rato estupendo. El perro se lleva muy bien con la gente así que de vez en cuando lo esperamos mientras saluda a algún vecino.

Al pasar por un callejón un perro amarrado a un tejado comienza a ladrar furioso. Es normal tanta agresividad, a nadie le gusta estar amarrado.

Nuestro amigo perro, libre de mala onda, contesta al perro agresivo con algunos ladridos amenazadores y sigue su camino tranquilamente. Al llegar al mercado de la ciudad se despide de nosotros y desaparece.

En muchas ciudades modernas nuestro amigo perro guanajuatense no podría conservar la libertad de conocer y acompañar a turistas. En caso de estar vagando por las calles iría a morir a la perrera o caería en manos de algún "amante" de los animales de esos que los castran para darlos en "adopción".

Un perrito se nos acerca y como si nos
conociera de toda la vida el animal nos
saluda y se viene con nosotros. Nuestro
amigo nos acompaña durante casi una
hora. El perrito conoce a mucha la gente
así que de vez en cuando lo esperamos
mientras saluda a alguno de los vecinos.
Pienso en la extraña forma que tiene la sociedad moderna de mostrar su amor por los animales libres: castrándolos y dándolos en propiedad. Los seres humanos están tan acostumbrados a vivir sin la verdadera libertad que para ellos ser libre parece ser estar castrado y ser propiedad de alguien.

Al llegar a la Plaza Baratillo una anciana nos muestra sonriente una cesta llena de dulces caseros. Es humilde pero elegante. Tiene una gran sonrisa. Es motivador ver a un ser humano de su edad viviendo la vida con tanta alegría.

Los dulces de la anciana son idénticos a los que hacía mi madre cuando era niño. Las almendras tienen un sabor natural y ligeramente amargo y el azúcar de caña tostado se nota, tiene un sabor y una textura diferentes. Me siento como si tuviera de nuevo cinco años.

Un pensamiento triste acompaña a este momento tan mágico. Ya no tengo cinco años y mi tierra, España, ya no es lo que era. Si esta anciana intentara vender sus dulces caseros en una plaza de mi país sería considerada delincuente y la policía vendría a quitarle sus dulces y a multarla.

Patrimonio y humanidad

Un corazón azul decora una puerta en Guanajuato
Después de unas cuantas horas caminando decidimos parar en una cafetería. Pido una infusión y me como otro de los dulces de la abuelita.

Aproveché para comprar muchos de sus dulces porque los productos caseros tienen otro sabor y además cada día es más difícil conseguirlos: están en peligro de extinción.

Pero no solo los dulces caseros están en peligro de extinción, ultimamemente, en muchos lugares la justicia también una especie amenazada.

Y lo digo porque en muchos lugares de este mundo las personas ya no tienen la libertad de hacer sus productos artesanales como nuestra anciana de Guanajuato. En algunos lugares la balanza de la justicia cada día está más inclinada para los que tienen más.

Lo que digo lo comprobé este año en una cafetería en Sevilla, ciudad en la que viví y trabajé como músico cuatro años. Vayamos atrás en el tiempo.

Estoy tomando café con unos amigos cuando una mujer se acerca a vendernos unos higos chumbos, los frutos dulces del nopal que los mexicanos conocen como tunas. Como hoy día es difícil encontrar fruta fresca compramos una bolsa para llevarlos en nuestra caminata por el centro de la ciudad.  Cómo casi todas las ciudades modernas Sevilla tiene pocos árboles por lo que el calor es casi insoportable. La fruta es buenísima para refrescarse.

A diferencia de la anciana mexicana, esta sevillana parece muy triste y cansada. Tiene los dientes podridos, su cuerpo está muy tenso y luce grandes ojeras. Agarrada a su bolsa de frutas mira muy nerviosa hacia todos lados. Realmente da una muy triste impresión, algo le preocupa.

Un joven carga una cesta en su
cabeza en Guanajuato, México
Al verla tan desesperada le pregunto que sucede. Me dice que tiene miedo que venga la policía: -Si puede usted pagarme rápido señor. Si me ve la policía me quitan la fruta y me ponen una multa, señor. No tenemos casi ni para comer, señor. ¿Comprende usted?Mis hijos no tienen trabajo y somos muchos para alimentar¿Si nos echan doscientos o trescientos euros cómo vamos a pagar la multa?.

Después de bendecirnos varias veces y dar gracias a Dios otras tantas la anciana toma el dinero y se va. Ver a la anciana escondiéndose de la policía por querer vender una bolsa de higos chumbos es descorazonador.

Minutos después, caminando cerca de la catedral veo un cartel que anuncia algunos lugares de España como Patrimonio de la Humanidad. El cartel parece una broma macabra. ¿A qué humanidad se referirá este anuncio?¿A perseguir a una anciana que intenta vender una bolsa de higos chumbos?

El diccionario de la lengua dice sobre la palabra ley: Precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohibe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados.  

Y mientras la policía persigue a una anciana por vender una bolsa de higos chumbos los clubes de fútbol deben a la hacienda española quinientos millones de euros. ¿Es esto "justicia"?¿Es esto actuar "para el bien de los gobernados"? Oprimir a los ya oprimidos y proteger a los que más tienen. 

La mujer sevillana huyendo de la policía con su bolsa de frutas no abandona mi mente en todo el día. No puedo parar de preguntándome cómo nuestra sociedad ha podido llegar al extremo de permitir que pasen injusticias tan grandes. 
Unas casas pintadas de colores en Guanajuato
Y entonces como si el destino quisiera darme la respuesta encuentro una cita de la novelista rusa Ayn Rand que dice:

"Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quieres no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada."


Esa noche tengo un hermoso sueño. Estoy sentado en una plaza rodeada de árboles enormes donde hay muchos ancianos alimentando a los pajaritos y conversando. Ayudada por un amable policía la anciana sevillana, la vendedora de higos chumbos, sube unas larguísimas escaleras hasta llegar hasta nosotros. 

Al llegar a mí la mujer sonríe, sus dientes están como nuevos, me ofrece sus higos chumbos y se los compro todos. Me agarra del brazo y nos damos una vuelta por la plaza. Una persona se nos acerca y nos explica que ninguna ley nos puede prohibir soñar y que no dejemos de hacerlo porque a veces los sueños se vuelven realidad. Entonces la anciana de las frutas me da un beso y me despierto. 

Capítulo siguiente: Viaje al Centro del Universo. Parte 10: Los dinosaurios


Lugares recomendados
Museo de las Momias de Guanajuato
Museo Iconográfico del Quijote de Guanajuato
Restaurante Los Campos
Mesón Cuevano

Fuentes consultadas y adicionales 
España. Patrimonio de la humanidad 
Los clubes de fútbol aún deben 500 millones de euros a hacienda (2014)
La corrupción política se desborda en España
Any Rand
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