"No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma". Jiddu Krishnamurti
Las calles de Guanajuato siguen mostrándome imágenes que me recuerdan a la infancia. Algo en la ciudad me hace sentir como si la hubiera conocido antes.
Indígenas venden artesanías, estudiantinas cantan serenatas, mariachis acompañan a los turistas, estudiantes leen, niños juegan. Me alegra ver que la diversidad es posible, no necesitamos pensar todos lo mismo para convivir.
Me paro frente a unos cuadros con imágenes de Don Quijote de la Mancha. Reflejado en el cristal observo que mi barba blanca y mi pelo despeinado son casi idénticos a los del caballero andante. ¿Será posible que me esté convirtiendo en una clase de Quijote moderno?
Junto al cuadro una cita dice: "Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato? Leyendo esta cita me doy cuenta de no solamente me estoy pareciendo a Don Quijote en la barba, sino que ahora me parezco en mi comportamiento también.
Cuenta Cervantes que de tanto leer libros de caballería Don Alonso Quijano se volvió loco y decidió hacerse caballero andante para salvar al mundo de la injusticia.
Hoy, cuatrocientos años después, dejar de preocuparse por ganar dinero e intentar ayudar a los demás sigue estando mal visto.
Pero nuestro tiempo también tiene su propia versión de los libros de caballería, estas aventuras fantásticas ya no se escriben en papel ni las protagonizan caballeros andantes. Los libros de caballería de hoy se proyectan en las pantallas de cine y televisión.
Muchas personas, como Don Quijote, llegan en nuestros tiempos a ver tanta televisión y tantas películas que al final acaban creyendo que sus contenidos son la realidad. Y se vuelven una especie de quijotes modernos, unos locos que creen que lo que ven en las pantallas es su realidad. Pero cada uno de nosotros somos únicos y construimos nuestra propia realidad.
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España, la que vio nacer a Cervantes o Machado ya no es lo que fue. Las plumas y los pinceles han sido sustituidos por pelotas y más pelotas. Obra: Quijote Autor: Capelo |
Los héroes de estos quijotes modernos no son como los antiguos caballeros que se dedicaban a luchar por la justicia y ayudar a los oprimidos. Los héroes de estos nuevos quijotes son los protagonistas de las películas que idolatran a la violencia, el poder y el ambición.
Don Quijote dijo que: "La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida."
Siguiendo este sabio consejo he decidido tomarme la libertad de seguir por el camino de la locura en lugar de vivir bien adaptado a una sociedad enferma, que antepone las cifras a las personas y el negocio a la madre naturaleza.
Y como en la ciudad donde vivo no hay molinos, para dar inicio a mi nueva aventura quijotesca, lo primero que voy a hacer es ir a enfrentarme con los gigantes que se esconden en los rascacielos que se ven desde mi ventana.
Las cabezas cuadradas
Sigo observando las obras del Museo Iconográfico del Quijote de Guanajuato. Un gato negro en un tejado con la luna llena me transporta a un momento que viví muchos años atrás en Prado del Rey, el pueblo andaluz donde nací.
En mi recuerdo, camino por las calles empinadas de mi pueblo blanco. Las estrellas y la luna iluminan sus paredes blancas, los naranjos dibujan figuras con sus sombras, la luna llena está rodeada por un velo y un gato negro me observa desde un tejado. El cuadro que tengo frente a mí hace que reviva este momento.
Esa España, la que conocí de niño, la de Cervantes, Velázquez y Machado, ha cambiado bastante. Sobre todo porque las plumas y los pinceles de ayer han sido sustituidos por las pelotas y más pelotas de hoy.
Ahora, en las noches, en lugar de oirse cantos, guitarras y poemas, se oyen los gritos de los que ven juegos donde las pelotas se meten entre palos, se cuelan en cestas redondas o se pasan por encima de una red. Son las pelotas, y no la cultura, las protagonistas de mi tierra hoy.
Las tertulias culturales en las cafeterías fueron sustituidas por estos juegos donde las pelotas van de un lado a otro de las pantallas. La situación ha llegado al punto de que algunas personas hasta hablan con la televisión e incluso le gritan, como si el aparato pudiera escucharlos. ¿Tantos miles de años de evolución para que al final los seres humanos acaben pasando sus días delante de una caja cuadrada huyendo de la realidad? ¿Es ese todo el potencial que tiene el ser humano?
Uno de mis maestros del colegio, Antonio Ramos del Pozo, siempre nos decía que eramos los primeros de una nueva generación: la de las cabezas cuadradas.
Comentaba mi sabio maestro, que de tanto ver la televisión, nuestras generaciones perderían la capacidad de razonar y que nuestras cabezas se volverían tan cuadradas como las pantallas de nuestros televisores.
En aquellos días, como era un niño, yo intentaba comprender como mi cabeza podría deformarse físicamente hasta el extremo de ponerse tan cuadrada y grande como la televisión.
Fue pasados unos años que comprendí las palabras de mi maestro y me puse a investigar sobre este medio que llamamos televisión. Y encontré cosas que merece la pena considerar.
Descubrí, por ejemplo, que la televisión y el cine son la industria del entretenimiento. Y que en el diccionario entretener significa, entre otras cosas: Distraer a alguien impidiéndole hacer algo. ¿Te has preguntado alguna vez qué te impiden hacer la televisión y el cine? ¿Quizá pensar por ti mismo?¿Quizá te impiden aprender o soñar tus propios sueños? ¿Quizá ayudar a tus vecinos a construir tu comunidad?
A los montajes de la televisión se les llama programas y el conjunto de todas sus transmisiones son la programación. El significado más moderno de programar es: Preparar ciertas máquinas por anticipado para que empiecen a funcionar en el momento previsto.
Yo programo mi alarma por adelantado y suena cuando yo decido, los técnicos de computación hacen lo mismo con las computadoras. La pregunta es: ¿Eres fiel a la programación de la televisión o te atreves a hacer cosas diferentes cada día?¿Programas tu vida o te la programan?
Cómo punto y final, las redes de distribución de contenidos de los canales de televisión se llaman cadenas. Y, sea casualidad o no, muchas personas parecen estar atadas por una cadena invisible que las mantiene gran parte de su vida frente a los televisores, están encadenadas.
Sancho Panza dijo a Don Quijote, cuando estaba en la cama a punto de morir: "¡Ay! No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años más, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
Siguiendo el sabio consejo del escudero he tomado la decisión de no "dejarme morir" sentado frente a una caja cuadrada que no me deja hablarle, que me quiere programar, que me quiere encadenar y que no tiene en cuenta mis necesidades humanas. Dejando de pertenecer, desde ya, a la generación de las cabezas cuadradas.
El exilio
En ella, el caballero de la triste figura, con la ausencia de su escudero Sancho Panza, lidera a una triste multitud de personas que emprenden el camino hacia el exilio.
Después de la guerra civil española se calcula que llegaron a México entre 20.000 y 25.000 personas exiliadas. Un gran porcentaje de estos miles de personas eran artesanos, maestros, músicos, pintores, artistas y escritores. Estas personas, más allá de ser un simple número, traían con ellas una cultura.
Observando a Don Quijote en el Exilio comprendo porqué tengo la sensación de haber conocido antes Guanajuato y porqué sus calles reviven mis recuerdos de la infancia. Y es porque la cultura española que llegó hace décadas exiliada a Guanajuato, se recuperó de sus heridas y hoy, en tierra mexicana, sigue viva y goza de muy buena salud.
A continuación un audiovisual que ha montado mi hermano con imágenes tomadas en el Museo Iconográfico del Quijote, van acompañadas de la música de piano de Piano Sann. Una buena oportunidad para llenarnos de energía antes de continuar nuestro Viaje al Centro del Universo
Guanajuato, México
Museo Iconográfico del Quijote de Guanajuato
Restaurante Los Campos
Mesón Cuevano
Fuentes consultadas y adicionales
Museo Iconográfico del Quijote de Guanajuato
Frases famosas de Don Quijote
La cárcel real de Sevilla
Los Refranes de Sancho
Libros bajo las llamas
Exiliados y Emigrados
Diegosax partituras
Piano Sann