El perrito

Dos árboles que sobreviven a la terrible deforestación que sufre Andalucia
Dos árboles que sobreviven a la terrible
deforestación que sufre Andalucia
Espero a un amigo que va a recogerme en un cruce de carreteras de un pequeño pueblo andaluz. Hace calor y está acercandose el atardecer. El pueblo se llama Paterna de la Rivera. Tiene el nombre de un río porque unos siglos atrás estaba lleno de agua y bosques.

Hoy sus rios están secos y no hay nada. Como muchos de los pueblos andaluces está rodeado de extensos llanos deforestados y sembrados de trigo y rociados con agroquímicos que no permiten la vida.

Foto arriba: Campo deforestado dedicado a monocultivos donde sólo tres árboles sobreviven.
Estos lugares debido a la falta de humedad y a los agroquímicos no permiten la vida salvaje.

Observando este desierto en el que se ha convertido la tierra donde nací, veo a un perrito caminando por la carretera. El animal parece hambriento, está cansado y tiene una cuerda rota rodeando su cuello. Se dirige a un bar del pueblo, con miedo se acerca a los clientes, se tira al suelo y se pone boca arriba, mueve su cola, llora un poco. Nadie lo ve.

Desde el cruce observo la escena. El perrito intenta llamar la atención de las personas, pero es la hora del fútbol y las personas que hay en el bar observan la caja cuadrada. No hablan entre ellos, sus gestos son de tensión, sus caras están serias, beben y gritan. La televisión parece ser un agujero negro que les quita la energía, sus cuellos inclinados, sus cabezas agachadas, sus cuerpos en tensión, sus brazos dejados caer en las mesas. Nadie sonríe con alegría. En lugar de un partido parece un funeral.

El perrito en vano intenta llamar su atención. Les ladra cariñosamente, se tira al suelo boca abajo, intenta mostrarles que es amistoso, pero el pobre no tiene éxito. Nadie lo ve, es la hora del fútbol y ellos ni siquiera se ven unos a otros. Uno de los más fanáticos da un grito y golpea con fuerza la barra del bar, el perrito se aleja asustado.

Esta persona parece que ha perdido la cabeza, minutos después, acompañado por dos personas, el personaje deja el bar. Va enfadado y muy borracho, le cuesta mantener la coordinación y el equilibrio. Su cuerpo está encorvado. El perrito se les acerca y el borracho le tira una patada. Está tan borracho que casi se cae. El perrito se aleja corriendo y llorando y se mete debajo de un coche. Los tres borrachos se ríen, es una risa triste. Es la risa de los alcohólicos: una risa llena de una profunda tristeza.

El perrito hace gestos a las personas del bar.  Pero hay fútbol y nadie le hace caso.  Tiene una cuerda azul en el cuello,  probablemente estaba amarrado y se escapó.
El perrito hace gestos a las personas del bar.
Pero hay fútbol y nadie le hace caso.
Tiene una cuerda azul en el cuello,
probablemente estaba amarrado y se escapó
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Observo al perrito: ¿Será de los perros que los cazadores amarran en los árboles para que mueran de hambre cuando termina la temporada de la cacería? ¿Lo dejaron amarrado para que muriera y con perseverancia logró escaparse? ¿Lo tendrían amarrado y no le daban de comer? A muchos los amarran con un metro de cadena a un bidón de metal, ahí, toda la vida, en el bidón, con hambre o sin hambre, con frío o calor, sin moverse.

Una mujer pasa con su perrito de raza. Dirige al perrito triste una mirada de desprecio y lo aparta con el pie. Tiene un gran cariño por su propio perro, pero no parece amar a los animales. Cuando se acerca al perrito pobre, al callejero, muestra su verdadera naturaleza y le regala una mirada llena de desprecio. Intenta darle una patada para que se aleje y pide a los del bar que llamen a la perrera. Los de la perrera lo matarán, ojalá pueda hacer algo para salvarlo.

Entro en un bar del pueblo a comprarle algo al perro, me acerco a él pero no confía en mí. Le tiro la comida pero huye corriendo y se mete bajo un coche corriendo. Creyó que le había tirado una piedra, obviamente no es la primera vez que se la habrán tirado.

Le dejo la comida en un lugar cerca de donde está escondido pero no la ve. Espero que después la huela y se lo coma.

Lamentablemente no puedo moverme de donde estoy, mi amigo llegará de un momento a otro y no puede parar demasiado en al carretera, no puedo cruzar a ponersela más cerca.

Es triste ver el triste panorama. El pueblo es un lugar vacío, no hay nada, como la mayoría de los pueblos andaluces ya no tiene naturaleza alrededor, en las cuatro direcciones solo hay unos extensos llanos secos y rociados de químicos y pesticidas. La tierra está extenuada, ya le cuesta dar frutos, está quemada por el sol y apenas tiene agua. Los animales salvajes no pueden vivir ahí. Ahí no sobrevive ni la hierba.

Llegando al pueblo un rato antes vimos un tractor echando químicos. Esos venenos que echan en nuestra comida y que no dejan viva ni a la hierba, ni a los insectos, ni a los pequeños animales. En ese gran desierto de sembrados sin vida este perro no podrá cazar y tampoco podrá comerse los pocos insectos o pequeños animales que mueran envenenados. La única opción para este perrito será acercarse al bar.

Superando su miedo de nuevo se acerca. Una familia se acaba de sentar en la terraza, siento alivio, espero que le den de comer. Me llama la atención que la mayoría están muy gordos, casi obesos. Comen con ansia, como quién tiene depresión, como quién no es feliz. Comen hamburguesas con patatas, un plato mucho más grande de lo que parece normal, confío en que le darán algo. Los observo.
 El perrito no conoce el peligro de la carretera  y comienza a cruzarla una y otra vez después  de que lo vuelven a alejar con una patada del bar
El perrito no conoce el peligro de la carretera
y comienza a cruzarla una y otra vez después
de que lo vuelven a alejar con una patada del bar

El perrito empieza de nuevo sus juegos, se nota que tiene o tuvo un dueño, porque se les acerca, les llora y se les tiende boca abajo. Observo esto sonriendo, pero cuando el perrito está cerca uno de los niños sale corriendo y le intenta dar una patada. El animal sale corriendo a esconderse bajo un coche. Toda la famila se ríe de él a carcajadas. No comen: devoran. Me pregunto: ¿Quién es la bestia? ¿Quién es el animal?

Mi amigo llama por teléfono, llegará con retraso. Le pido que por favor no se preocupe y desde el cruce de caminos observo como se pone el sol. Me pregunto cómo ha llegado la sociedad donde vivo a estos extremos de destrucción. Este pueblo, que conocí de niño, era un pueblo próspero y feliz, rodeado de montes y agua. Hoy convertido es un lugar desierto, y no sólo los campos, en el pueblo tampoco hay nada, no hay vida.

Un pensamiento me hace sentir una profunda preocupación: ¿Que harán estas personas si en algún momento viniera una crisis alimentaria?¿Que comerían si se cerraran los supermercados por dos o tres semanas?¿Cómo se calentarían si vinieran climas extremos sin ni siquiera un árbol que arrancar? Quito rapidamente ese pensamiento de mi mente, aunque tiene mucho sentido, es un pensamiento extenuante. El retraso de mi amigo está dandome una gran lección, este perro se ha convertido hoy en mi maestro.

Han pasado casi dos horas y el pobre animal ya tiene mucha hambre se acerca a la puerta del bar y se pone a lamer el suelo; lo que es el hambre. La familia sigue comiendo a boca llena, obesos y despiadados se ríen a carcajadas de él mientras comen, uno le enseña la comida y la oculta. Es un extraño sadismo, es el mismo que parecen tener entre ellos, así son muchos humanos hoy: inhumanos.

Observar situaciones así no es fácil, a nadie le gusta hacerlo. Pero la realidad no deja de existir porque la ignoremos. Vienen a mi mente las palabras de Martin Niemoller, un pastor luterano alemán, dijo este hombre en una de sus misas:

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, 
guardé silencio porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a por los judios,
no pronuncié palabra, porque yo no era judio,
Cuando vinalmente vinieron a por mí,
no había nadie que pudiera protestar.

Y así están actuando nuestra sociedad hoy, cerrando sus ojos a las grandes catastrofes y las grandes injusticias que están sucediendo. Todos callan mientras se enfocan en lo positivo, la mayoría sin hacer nada. ¿Creerán que porque ignoren lo que está sucediendo a su alrededor se librarán de sufrir sus consecuencias?¿Creerán que no les afectará la deforestación y la futura falta de recursos?

La familia se va, se dejaron la mitad de la comida en los platos pero nadie le echó al perrito. El camarero se lleva los restos. Nada cae al suelo y el animal se ve un poco más desesperado, se acerca aun más y se pone junto a los que quedan viendo el fútbol. Ni lo ven. Se tira al suelo y se tapa los ojos.
Después de más de una hora nadie le echó  al perrito nada de comer y se desespera,  se tapa los ojos. Al día siguiente fuimos  a buscarlo para intentar llevarnoslo,  no pudimos porque ya no estaba,  no sabemos que le pasó, ojalá no se  lo llevara la perrera para matarlo.
Después de más de una hora nadie le echó
al perrito nada de comer y se desespera,
se tapa los ojos. Al día siguiente fuimos
a buscarlo para intentar llevarnoslo,
no pudimos porque ya no estaba,
no sabemos que le pasó, ojalá no se
lo llevara la perrera para matarlo
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Ver la televisión y tomar cerveza, así es cada día de sus vidas, cada semana, cada año, cada década, sentados frente a la televisión viendo un balón correr y sin ver la vida pasar, sin ver que mientras están ahí sentados la vida se les va y la muerte se acerca.

Sentados frente al televisor sin oler, sin sentir, sin explorar, sin vivir. Esta caja negra, como si fuera un agujero negro, agota sus energías, no aprenden nada, no ganan nada, cada día son más pobres, cada día tienen menos...

Una mujer pasa con su perrita de raza. Olvidando su pena y su hambre el perrito se acerca a olerla. La dueña de la perrita se pone histérica, lo persigue gritandole, lo auyenta y amaga con darle una patada. El perro huye sin dirección, está desorientado, y cruza la carretera varias veces ajeno al peligro que esta tiene. Para este perro, como para otros muchos animales, la carretera es sinónimo de muerte, no sólo por los atropellos, sino por la contaminación y deforestación que estos provocan.

Mi amigo llega, mientras me monto en el coche observo a otro perro que está llegando al bar, es un galgo, cojea, está en los huesos, un pobre esqueleto, otro perro abandonado por los cazadores después de la temporada, también busca comida.

Al día siguiente regreso a intentar rescatar a este perrito. Tengo la esperanza de que siga ahí y poder encontrarle un lugar donde vivir.

Lamentablemente no pudo ser. ¿Se lo llevarían a la perrera? ¿Lo atropelló un coche? Un vecino nos dice que a los perritos así se los lleva la perrera para "dormirlos" que es como llaman los veterinarios de nuestro mundo "civilizado" a matar los animales. Ellos no los matan, ellos los "duermen".

Este viaje por la vida a veces nos hace vivir experiencias muy tristes y que no logramos entender. Pero algo en mi corazón me dice que el sufrimiento de este perrito no será en vano, alguien leerá este texto y decidirá ayudar a otro animal que esté sufriendo como él. A lo mejor este perrito nació para que su historia nos ayude a elevar nuestra conciencia y nos ayude también a despertar.
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