Viaje al Centro del Universo. Parte 5: Visiones y posesiones

El pueblo fantasma

Hacienda minera de Real de Catorce. Cuando se abrió la primera mina de   plata en 1775 estas montañas eran   bosques donde vivían los indígenas   y animales salvajes. Cincuenta años después en 1825 "ya no quedaba   ni un árbol ni un matorral".
Hacienda minera de Real de Catorce.
Cuando se abrió la primera mina de 

plata en 1775 estas montañas eran 
bosques donde vivían los indígenas 
y animales salvajes. Cincuenta años
después en 1825 "ya no quedaba 

ni un árbol ni un matorral".
Nuestro tercer día en Real de Catorce, tras tomar un desayuno picante y delicioso, nos preparamos para caminar otra vez por el desierto.

Visitaremos una hacienda minera abandonada conocida como el pueblo fantasma.

Tras subir a un cerro, ante nosotros aparece una montaña devastada sobre la que hay una pequeña nube solitaria.  

El agua no va donde no hay árboles dicen los campesinos de mi pueblo, cosa que es muy cierta.

Hoy, los científicos, poniéndo en riesgo a todos nosotros, han querido desafiar a la naturaleza y han creado la geoingeniería, la manipulación del clima de forma artificial, y se ha desencadenado una guerra entre la naturaleza y las fumigaciones, y se están provocando unos cambios climáticos muy peligrosos. De nuevo el planeta sufriendo las consecuencias de los terribles inventos de la ciencia, que no tiene conciencia.

¿Te has preguntado alguna vez cómo se formaron los desiertos? ¿Crees que es natural que haya tanta tierra seca?

Yo nunca me lo había preguntado y en este viaje encontré la respuesta: Los causantes de muchos de los desiertos son las industrias.

Esta montaña es uno de estos ejemplos de desertificación provocada por la industria. Hace pocos siglos en esta sierra había bosques en los que los seres humanos convivían en armonía con la naturaleza.

Las crónicas explican que gran parte del desierto de la Sierra de Catorce se formó en sólo cincuenta años. Al inaugurar la primera mina de plata en 1775, estas montañas eran bosques, y en 1825, sólo cinco décadas después, "ya no quedaba ni un árbol ni un matorral".

Hacienda minera de Real de Catorce. Cuando se abrió la primera mina de   plata en 1775 estas montañas eran   bosques donde vivían los indígenas   y animales salvajes. Cincuenta años después en 1825 "ya no quedaba ni un árbol ni un matorral".
Hacienda minera de Real de Catorce.
Cuando se abrió la primera mina de 

plata en 1775 estas montañas eran 
bosques donde vivían los indígenas 
y animales salvajes. Cincuenta años
después en 1825 "ya no quedaba 

ni un árbol ni un matorral".
Tras arrancar el último árbol la minera no pudo seguir fundiendo plata, cerró su negocio y se marchó dejando a Real de Catorce rodeado por un árido desierto.

Es curioso que las personas no comprendieran que la mina, después de destruir sus bosques se iría y los dejaría sin recursos que explotar.

Un refrán popular habla del hambre para hoy y la miseria para mañana. Y eso le pasó a este pueblo, eligieron mina para hoy y el desierto para mañana.

Y como los seres humanos somos expertos en repetir nuestros errores y ya existe un proyecto para abrir nuevas minas en la Sierra de Catorce.

Nos adentramos en el desierto y el olor de las plantas medicinales se vuelve muy intenso. Nos contaron los vecinos que rozándose con las plantas y respirando su aroma las personas se curan de sus enfermedades. Al final del día nuestra ropa acaba perfumada con las plantas aromáticas del desierto.

Cuando se abrió la primera mina de plata en 1775 las montañas de Real de Catorce eran bosques donde vivían los indígenas y los animales salvajes. Cincuenta años después en 1825 "ya no quedaba ni un árbol ni un matorral". Entonces la mina cerró dejando el lugar desierto y sin recursos.
Cuando se abrió la primera mina de plata 
en 1775 las montañas de Real de Catorce 
eran bosques donde vivían los indígenas y 
los animales salvajes. Cincuenta años 
después en 1825 "ya no quedaba ni un 
árbol ni un matorral". Entonces la mina 
cerró dejando el lugar desierto.
Los seres humanos de antes de la Revolución Industrial decían que la naturaleza solo sabe dar y tenían razón. Frente a mí hay una tierra arrasada por las minas y extenuada que sin dejar de dar con su último aliento entrega plantas medicinales que nos sanan.

Esta tierra, destruida y despreciada por los intereses económicos de las grandes industrias, no para de dar vida a pesar de los ataques que recibe.  

Estoy contemplando el verdadero amor: el amor incondicional de la Madre Tierra por sus hijos.

Tras una horas caminando por el desierto llegamos a los edificios abandonados de una antigua mina.

Los turistas se toman fotos frente al pozo rectangular por donde los mineros bajaban al infierno subterráneo.

Para mostrar la profundidad del agujero un guía tira una piedra que tarda muchos segundos en caer, son cientos de metros de caída.

Junto al pozo siento vértigo. Se siente el dolor de la tierra y de los mineros muertos. Es como si las almas de las personas que murieron estuvieran pidiendo que se les recuerde, recordarlos los ayudará a dejar del infierno donde perecieron.

Hacienda minera abandonada de   Real de Catorce. Cuando se abrió   la primera mina de plata en 1775 estas montañas eran bosques donde   vivían los indígenas y los animales   salvajes. Cincuenta años después   en 1825 "ya no quedaba ni un árbol ni un matorral".
Hacienda minera abandonada de 
Real de Catorce. Cuando se abrió 
la primera mina de plata en 1775
estas montañas eran bosques donde 

vivían los indígenas y los animales 
salvajes. Cincuenta años después 
en 1825 "ya no quedaba ni un árbol
ni un matorral".
Unos jóvenes ofrecen una visita guiada por los túneles. Cuando me piden que pague las entradas calculo el precio para cinco personas pero en realidad ¡sólo somos cuatro! Hay bromas sobre si la altura o caminar por el desierto estarán haciendo que pierda la concentración o la cordura.

Aunque no diga nada, toda la visita tendré la sensación de que alguien nos acompaña. Quizá sea el espíritu de un minero que quiere acompañarnos en la oscuridad de los túneles.

Guiados por la luz de una linterna nos metemos bajo tierra.

Nuestro joven guía nos explica como era el trabajo del minero mientras su compañero lo ilumina con una linterna en medio de un calor muy intenso.

Nos cuenta la historia de El Jergas, un ser que se aparece a los mineros llamándolos por su nombre y que les promete llevarlos donde está la plata.

Cuando los mineros se acercan, el Jergas los atrapa y se los lleva cargados en la espalda para arrojarlos, a veces muertos, sobre las vetas de plata.


Según la leyenda popular, este ser es el dueño y guardián de la mina que castiga a los mineros que entran a destruir la tierra.

La historia me recuerda a las leyendas de las cuevas mayas de Yucatán donde se habla de extraños seres con forma de serpiente, unos dragones con alas.

Termino la visita y subo a las ruinas del edificio principal. A través de una ventana observo el desierto y viendo la tierra destruida me pregunto: ¿Cuando entenderemos que hay que vivir en armonía con la naturaleza? ¿Esperaremos a que todo nuestro planeta sea inhabitable y se convierta en un desierto para comprenderlo?

Visiones 

Han pasado varios días desde que visité la mina abandonada de Real Catorce y estoy en Guanajuato, otra ciudad minera del centro de México,  y mientras visito el Museo del Pueblo, con las imágenes del desierto de Real de Catorce en mi mente me pregunto: ¿Qué sucederá si continuamos abriendo minas y creando industrias que deforesten los bosques que quedan?¿Podrá destruir la falta de conciencia de nuestra ciencia el planeta tierra?

En ese momento tengo una visión, una  premonición. A mi mente viene la imagen de un planeta destruido y desierto, una tierra sin árboles, sin animales, con el horizonte opacado por humos negros, ríos contaminados y océanos cubiertos de plástico. 

Con la imagen de un planeta destruido en mi mente subo las escaleras hasta el tercer piso, en ese momento sucede lo que los creyentes llamarían un milagro y los ateos una gran casualidad. 

Las mismas visiones que vi en el piso de abajo están pintadas en los cuadros que cuelgan de las paredes. Recibo una gran impresión al verlas.

La exposición se titula Pies de Ceniza y pertenece al artista Sergio Garval. En sus cuadros aparece ese mismo mundo oscuro, deforestado, lleno de basura y consumido por las llamas que tuve en la mente.

Una mujer desnuda posa de pie un   automóvil destruido en una tierra   desierta y en llamas. La mujer no   parece consciente  de lo que sucede a su alrededor. Obra parte de su   exposición Pies de Ceniza del artista   de Guadalajara, México, Sergio   Garval que encontré expuesta en   el Museo del Pueblo de Guanajuato.
Una mujer desnuda posa de pie un 
automóvil destruido en una tierra 
desierta y en llamas. La mujer no 
parece consciente  de lo que sucede
a su alrededor. Obra parte de su 

exposición Pies de Ceniza del artista 
de Guadalajara, México, Sergio 
Garval que encontré expuesta en 
el Museo del Pueblo de Guanajuato.
Uno de los cuadros muestra a una mujer desnuda posando de pie sobre un automóvil abandonado y frente a un mundo en llamas. La mujer no parece darse cuenta de lo que sucede a su alrededor.

La vida es misteriosa y yo me pregunto: ¿Cómo es posible que la misma visión de la tierra arrasada que tuve hace unos minutos se encuentre expuesta en este mismo museo?¿Será que el autor y yo hemos compartido la misma lógica llegando a la misma conclusión? ¿O serán estas imágenes una visión del futuro de lo que le espera a la tierra si la humanidad no hace un cambio profundo de sus valores?

Los poseídos

La visita a Real de Catorce ha hecho que mi visión del mundo cambie de forma radical.

Ver la destrucción que provoca la minería me ha enseñado que tengo que consumir lo imprescindible.

Cada consumo que haga por capricho o sin necesidad, provocará que la tierra sea destruida un poco más.

No se trata de volver a las cavernas, sino de aportar un granito de arena. Se puede regresar a la naturaleza sin dejar atrás lo bueno del progreso.

Han pasado unas semanas y me encuentro en la selva de Calakmul, en la Península de Yucatán.

Conocer la destrucción de los bosques del centro de México hace que comprenda la fragilidad de esta selva y la necesidad de protegerla. Las mineras o las industrias destruirían los bosques de Yucatán en cuestión de meses.

Para hacerlo, sólo necesitarían una gran carretera o un tren, y con estos, podrían extraer todos los recursos en muy pocos meses, dejando la tierra arrasada.

Si hace dos siglos, usando serruchos, picos y palas, las mineras fueron capaces de destruir la Sierra de Catorce en sólo cincuenta años. Con las máquinas que hay hoy: ¿Cuánto tardarían en destruirlo todo?

Las ciudades con sus más de mil millones de automóviles y sus industrias han aumentado la producción de plásticos, productos químicos y dióxido de carbono los cuales son muy perjudiciales para la salud.
Las ciudades con sus industrias han 
aumentado la producción de plásticos
y están provocando la aparición de 
una isla de plástico en el Pacífico.
Mientras saboreo un te en el restaurante del hotel, al lugar han entrado dos parejas que han pedido cerveza y han comenzado a conversar. En realidad podríamos decir que no conversan, sino que más bien gritan, cosa muy común en las personas que beben alcohol.

No me gusta escuchar las conversaciones de los demás, pero estas personas hablan tan fuerte que es imposible no escucharlas.
 
Cuando una de las mujeres dice la palabra plata recuerdo el desierto de San Luis Potosí y no puedo evitar dedicarles toda mi atención.

La mujer explica que renueva su ropa y sus joyas cada año porque no quiere estar anticuada; quiere estar siempre a la última moda. Afirma orgullosa que para cada boda compra ropa y joyas nuevas.

Su amiga cuenta despectivamente que una amiga suya llevó la misma ropa a dos bodas seguidas. Ambas ríen a carcajadas.

Cuando llega el turno a los hombres el tema se centra en el motor y el alcohol.

Nuestra sociedad está creando su propio infierno aquí en la tierra. muchos seres humanos están poseídos, pero no por demonios con cuernos y rabo sino que son poseídos por el dinero y el apego a los bienes materiales.
Nuestra sociedad está creando su propio 
infierno aquí en la tierra. muchos seres 
humanos están poseídos, pero no por 
demonios con cuernos y rabo sino que 
son poseídos por el dinero y el apego 
a los bienes materiales.
Uno de ellos dice que cambió su automóvil, de sólo un año, por uno más moderno y el otro propone que compren unas motos de las grandes para irse a "quemar gasolina". 

En el infierno se arde, y eso es lo que hacen estas personas: "quemar" los recursos por puro gusto.

Yo, que acabo de ver los daños que sufre la tierra para la extracción de los minerales me pregunto: ¿Serán conscientes estas personas de lo que sufre nuestro planeta para que ellos puedan cambiar de coche, de ropa o de joyas cada año?

Como la mayoría de nuestra sociedad, estas personas no parecen malas personas, simplemente no son conscientes del efecto que sus acciones provocan.

La ignorancia es siempre peor que la maldad, porque el malo destruye para lograr algo y después descansa. Sin embargo, un ignorante nunca descansa de su ignorancia.

El planeta que estas personas le dejarían a sus descendientes, si seguimos a este ritmo, sería un planeta muy parecido al infierno.  

Un planeta seco y extremadamente caluroso, lleno de refinerías, carreteras y minas con olor a azufre.

Mares cubiertos de plásticos y contaminados con productos químicos donde apenas habría recursos para subsistir. Un desierto triste y seco sin bosques ni animales.

Es probable que hayas pensado que no quieres volver al mundo de las cavernas y quieres seguir viviendo tu vida con todas las comodidades.

Obviamente tienes razón, muchos avances han hecho nuestra vida mejor y deberíamos disfrutarlos. Pero: ¿Crees que tiene sentido destruir nuestro planeta y sus recursos naturales para que una mujer cambie de ropa y de joyas cada temporada o para que su esposo cambie de automóvil teniendo uno que funciona? ¿Merece la pena destruir tanta vida para estos lujos absurdos e innecesarios?
¿Tiene sentido seguir destruyendo nuestro planeta y sus recursos naturales para que una mujer cambie de ropa y joyas cada temporada o que su esposo compre un automóvil cada año? ¿Merece la pena destruir el planeta tierra fomentando unos lujos tan absurdos como innecesarios?  Creadores de sombras. Obra de Balduino Román Macías.
¿Tiene sentido seguir destruyendo nuestro 
planeta y sus recursos naturales para que 
una mujer cambie de ropa y joyas cada 
temporada o que su esposo compre un 
automóvil cada año? ¿Merece la pena
destruir el planeta tierra fomentando 

unos lujos absurdos e innecesarios?



Y entonces comprendo que estas personas, sin saberlo, están creando su propio infierno aquí en la tierra y están poseídas por su dinero y sus bienes materiales, están "marcados" por la última moda. Son esclavos de sus egos, de sus joyas, de sus ropas y de sus coches.  Y entonces me pregunto: ¿De cuántas de mis posesiones seré yo esclavo y no me estaré dando cuenta?

Un paseo por la ciudad

Las lecciones que tenía que darme la mina de Real de Catorce continuarán por mucho tiempo.

Ha pasado un mes desde que terminé mi Viaje al Centro del Universo y estoy dando un paseo por una importante avenida de la Ciudad de México.

Mientras camino, a mi mente regresan las visiones que compartí con el artista Sergio Garval.

Recuerdo especialmente una de las obras en las que una pareja de deportistas posan en un lugar repleto de televisiones y basura sin darse cuenta del ambiente decadente que los rodea.

El cuadro de Garval toma vida frente a mis ojos cuando unos deportistas pasan corriendo por la avenida sin darse cuenta de la nube de humo tóxico que contamina la ciudad, que no deja ver el azul del cielo y que ellos están respirando.
Ignorando la destrucción que los rodea 
unos deportistas rodeados por pantallas 
de televisión actúan como si estuvieran 
fuera de la realidad. De la exposición 
Pies de Ceniza del  artista mexicano 
Sergio Garval expuesta en el Museo del 
Pueblo de Guanajuato, México

Como si no pasara nada, la gente pasa las horas en los restaurantes llenos de pantallas de televisión que retransmiten partidos de fútbol todo el día. Mientras que sus futuros cada vez son más negros, como las nube de humo que hay sobre los edificios y como las pantallas de sus televisiones

Las personas con las que me cruzo, cómo los zombies que veo en los cuadros, parecen ignorar que si seguimos consumiendo recursos sin control, acabaremos viviendo en un planeta destruido.

No creo poder hacer mucho para evitar que las industrias destruyan este planeta, tampoco creo que yo, una sola persona pueda cambiarlo. Pero lo que sí puedo hacer es dejar de consumir lo que no sea imprescindible.

No se trata de martirizarse, ni de sacrificar la vida en ello, sino simplemente aportar un granito de arena, y no tirar algo que esté nuevo, y no usar plásticos siempre que se pueda, y sólo usar las cosas cuando de verdad se necesitan.

Como dicen los chinos que un largo camino comienza con un paso y para comenzar, en lugar de comprarme unos nuevos pantalones llevaré los viejos a un sastre para que los arregle.

Si te gustan mis historias te recomiendo mis libros:

El curso de la vida: https://tocapartituras.org/partitura/el-curso-de-la-vida-libro-de-chico-sanchez
La Profecía de los Jaguares: https://tocapartituras.org/partitura/la-profecia-de-los-jaguares-libro-de-chico-sanchez

Conoce todos mis proyectos en http://www.chicosanchez.com y http://youtube.com/ChicoSanchez

Mi música: https://tocapartituras.org/?s=chico+sanchez+musica


 
Lugares recomendados 
Real de Catorce
Museo del Pueblo, Guanajuato
Restaurante Los Campos, Guanajuato
Hotel Puerta Calakmul

Fuentes consultadas y adicionales
Real de Catorce
Museo del Pueblo de Guanajuato
www.sergiogarval.com
Balduino Román Macías
Kenneth A. Wilson photography
El Jergas de Real de Catorce
Real de Catorce y el acecho de First Majestic. La Jornada
Minería en Wirikuta y la gente del desierto. La Jornada
México, paraiso fiscal para mineras canadienses, revela análisis. La Jornada
Hay 192 conflictos con comunidades indígenas en México. La Jornada
Devastación, de la mano de concesiones mineras. La Jornada
Cianobacterias en la historia y el futuro del planeta
Mural completo de José Chávez Morado

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