La fuerza de la acción
Paseando por Real de Catorce escuchamos a unos perritos llorando. Caminamos unos metros y encontramos con dos cachorros pequeños. Los perritos nos reciben muy contentos y juguetones moviendo las colas y lamiéndonos las manos. Que hermoso es poder jugar con los animales.
Paseando por Real de Catorce escuchamos a unos perritos llorando. Caminamos unos metros y encontramos con dos cachorros pequeños. Los perritos nos reciben muy contentos y juguetones moviendo las colas y lamiéndonos las manos. Que hermoso es poder jugar con los animales.
Cuando la emoción del primer encuentro con los cachorros baja, me doy cuenta de que los animales están un estado deplorable.
Están amarrados con una cuerda muy corta a unos ladrillos sin poder apenas moverse, no les queda comida y tampoco tienen agua.
Me gustaría ayudarlos pero no puedo llevarlos en nuestro viaje. Tampoco puedo liberarlos porque seguro que tienen dueño, que aunque no los cuide como debiera, tiene derecho sobre sus vidas.
Como en todos los lugares desérticos, las temperaturas de Real de Catorce son extremas, hace mucho frío en la noche y mucho calor durante el día. Me doy cuenta de que estos cachorros no pueden cubrirse del sol y tampoco tienen agua. Me pregunto cuánto tiempo llevarán sin beber.
Hacemos lo único que está en nuestras manos. Les compramos una botella de agua y se la ponemos para que puedan beber. Los pobres cachorros estaban tan sedientos que se lo beben todo.
Después les compramos un recipiente de barro más y colocamos un mensaje escrito en un trozo de cartón que dice: "Tenemos sed". Esperamos que las personas, al ver el cartel, les den agua para beber.
Después les compramos un recipiente de barro más y colocamos un mensaje escrito en un trozo de cartón que dice: "Tenemos sed". Esperamos que las personas, al ver el cartel, les den agua para beber.
Y es aquí donde descubrimos la gran fuerza que tiene una pequeña acción. En lugar de buscar culpables de la situación de los cachorros o enfadarnos, hemos decidido actuar en la medida de lo posible. Poniendo el cartel y comprándoles un recipiente nuevo marcará la diferencia.
Alguien ha ordenado el espacio donde estaban, su plato está lleno de comida y tienen suficiente agua.
Uno de los cachorros se ha liberado de la cuerda y está suelto. Nos alegramos de que sigue junto a su hermano que sigue amarrado.
Cada día, mañana y tarde visitamos a los cachorros para asegurarnos que tienen lo que necesitan y jugar con ellos.
No hemos conseguido darles la libertad pero nuestra pequeña acción no ha sido un fracaso, para ellos ha marcado una diferencia.
Francisco de Asís (1181-1226) escribió que "el hombre debe entender el verdadero mensaje de Dios para con sus animales, debe ponerse en el lugar de aquellos animales desamparados, abandonados y maltratados, sólo así habrá paz, de lo contrario llegará el día en que los hombres verán con sus propios ojos como se contamina y muere su entorno y abusaran no solo de los animales sino también de sus pares humanos."
Hoy, más de ochocientos años después, como nos avisó el santo, vemos como nuestro entorno está siendo contaminado, la vida salvaje está muriendo a nuestro alrededor y los que tienen el poder abusan sin piedad de los que no lo tienen.
Llego a la iglesia del pueblo y me encuentro frente a la escultura de San Francisco y me pregunto qué pasaría si este santo volviera a nacer y observara el mundo en el que vivimos hoy.
Un mundo en el que, nadie sigue sus enseñanzas, ni siquiera los animalistas, que supuestamente aman a los animales, un mundo la festividad en su honor es una excusa para comer y beber mientras que la mayoría ignora completamente sus enseñanzas.
Un mundo en el que, nadie sigue sus enseñanzas, ni siquiera los animalistas, que supuestamente aman a los animales, un mundo la festividad en su honor es una excusa para comer y beber mientras que la mayoría ignora completamente sus enseñanzas.
Una de las veces que dimos de beber a los dos cachorritos. Nuestra acción fue llevarles un recipiente para su agua y poner un cartel de "tenemos sed" junto a ellos. Confiamos en que las personas que pasen cada día por esa calle vean el cartel y cuiden de los cachorros.
Un jinete con un caballo al atardecer en Wirikuta, tierra sagrada de los indígenas Wixárica o Huicholes |
Son las tres de la tarde y hace un fuerte calor. Hemos parado a descansar en un lugar alto con vistas a un gran valle.
Tendido a la sombra de un cactus grande, casi dormido y con el sombrero tapándome la cara, escucho el sonido de un animal acercándose. Tenemos un visitante inesperado.
Un potro, un caballo jóven, ha venido a vernos con curiosidad. Es un momento mágico, un momento emocionante. No es necesario que nos hable, comprendemos la nobleza del animal y sus sanas intenciones. Sus ojos muestran lo que llamamos curiosidad.
Observando al potrillo recuerdo un encuentro parecido que me sucedió este mismo año. En España, mientras conversaba con Fernando Mulero, un sabio agricultor de mi pueblo natal.
Cuando burro se nos acercó al otro lado de una cerca, pregunté a Fernando si el animal se habría acercado porque tenía hambre. Respondió sonriendo que no, que el animal tenía comida de sobra, que sólo venía buscando compañia.
Me contó que el burro venía a visitarlo muchas tardes mientras trabajaba y se quedaba con él hasta que se iba, afirmó que toda su vida habia convivido con animales y había aprendido que ellos son como los seres humanos y les gusta estar acompañados.
Y ahí estaba el potro, como el burro que conocí unos meses atrás, parado frente a nosotros mirándonos lleno de curiosidad y compartiendo una experiencia con nosotros: La de descubrir algo nuevo.
El joven potro se va corriendo hasta su madre dando saltos de alegría por haber vivido una experiencia nueva y nosotros, igual de contentos que él, seguimos nuestro camino por el desierto.
El potrillo que nos visitó en Wirikuta, en el desierto de la Sierra de Catorce
Cómo las personas, los animales tienen sentimientos y sienten curiosidad por conocer cosas nuevas.
Tras estar unos minutos con nosotros el potro regresó jugando y dando saltos con su madre.
Tras estar unos minutos con nosotros el potro regresó jugando y dando saltos con su madre.
Descartando a Descartes
En el pueblo nos encontramos con un caballo acostado. El animal está visiblemente deprimido y triste. Se le ven las costillas y está acostado en el suelo sobre sus propios excrementos y orines, en el mismo lugar donde le ponen de comer.
Ver al caballo me hace acordarme del potrillo, y pienso que cuando crezca es muy posible que lo traten de la misma forma que a este animal que tenemos delante.
La tristeza del caballo me recuerda una escena aun más trágica que observé mientras hacía un reportaje en la romería de la Virgen del Rocío, en Andalucía, al sur de España.
Mientras caminaba por las afueras de la aldea encontré a un caballo al que las correas de una carreta le habían dañado seriamente y tenía marcadas unas correas en la piel, estaba con la carne viva y visiblemente agotado. Pareciera estar a punto de morir.
Mientras observaba al caballo herido y agotado llegó su dueño, muy borracho, cargando un vaso de plástico con alcohol y comenzó a golpearlo para que se levantara. A su lado, la que parecía su novia, también bebiendo, se reía a carcajadas.
Entonces observé la ermita de la Vírgen del Rocío, y me pregunté qué tendría que ver lo que yo tenía delante con Dios. La iglesia católica dice que el ser humano es superior a los animales porque Dios le dio alma y lo hizo a su imagen y semejanza.
Observando como maltrataban al animal gravemente herido pensé: ¿Quién es el verdadero animal?¿Quién es el que realmente no tiene alma? Las personas totalmente borrachas que golpean a un animal extenuado y gravemente herido: ¿Están hechos a imagen y semejanza de Dios?
No pude evitar primero sentir una gran rabia y después ponerme a llorar viendo aquel pobre caballo casi muerto recibiendo los golpes y las burlas de aquellas personas.
Me acerqué, y quién sabe si por sentir mi presencia, los borrachos dejaron al animal que agonizaba.
Fue un momento importante de mi vida porque esa noche tomé la decisión de dedicar el tiempo que me fuera posible a concienciar a las personas de que los animales son como nosotros, que también sienten y tienen alma,
Comencé a estudiar de donde puede proceder el trato tan brutal que dan los seres humanos a los animales y a la naturaleza. Y muy pronto descubrí uno de los motivos más importantes: Las ideas del tristemente famoso filósofo francés René Descartes, elegido, para desgracia de la humanidad, como el padre de la Filosofía Moderna.
Las opiniones de este señor Descartes fueron fundamentales para construir la mentalidad que está desembocando en la extinción de los animales salvajes y la destrucción de la madre naturaleza.
Según este oscuro personaje "Sólo el ser humano tiene alma. Los animales pertenecen plenamente a la realidad extensa. Su vida y sus movimientos se realizan mecánicamente". Y como para Descartes los animales eran máquinas, sus llantos y sus lamentos no eran pruebas científicas de que sintieran dolor.
Es por esto que llego a viviseccionar animales vivos, cortando en pedazos a los animales vivos.
Opinaba, este personaje, por ejemplo, que sacarle el corazón de un perro vivo no era ningún problema porque los gritos y aullidos que daban eran puramente "mecánicos" y no eran de dolor.
En su fanatismo estaba tan convencido de que los animales eran máquinas que ni siquiera oía sus gritos de dolor cuando los torturaba.
Existir este hombre puede que existiera, pero pensar, no parece que pensara, al menos de forma racional.
Para que juzgues tu mismo si Descartes estaba o no equivocado puedes oír el sonido de unos pequeños chivos que lloran mientras que están siendo separados de sus madres y los llevan al matadero.
(Sonidos procedentes de la página www.freesound.org)
¿Ya oiste a unos corderos llorar?¿Qué opinas? ¿Crees que esas criaturas no sienten dolor?
A Descartes esos gritos y llantos de los animales que diseccionaban vivos sus colegas los "científicos" no le parecían "pruebas científicas" de que estos animales sintieran dolor y sufrieran. ¿Qué piensas tú sobre esos llantos?
Tristemente, justificadas por las opiniones de este personaje hoy mismo se cometen muchas atrocidades en nombre de la ciencia.
Y la pregunta es: ¿Cómo vamos a lograr una sociedad mentalmente sana teniendo como padre de la filosofía moderna a una persona tan sádica, irracional y cínica como Descartes?
Creo que si queremos salvar al planeta de su destrucción y evitar la extinción de los animales es fundamental una nueva filosofía que esté basada en la armonía con la naturaleza.
No creo que se pueda salvar a la naturaleza y a los animales basando nuestra filosofía en las ideas de alguien que tenía un concepto tan cruel y erróneo de los animales. Por eso, propongo que para cambiar nuestro mundo comencemos descartando a Descartes.
Creo que si queremos salvar al planeta de su destrucción y evitar la extinción de los animales es fundamental una nueva filosofía que esté basada en la armonía con la naturaleza.
No creo que se pueda salvar a la naturaleza y a los animales basando nuestra filosofía en las ideas de alguien que tenía un concepto tan cruel y erróneo de los animales. Por eso, propongo que para cambiar nuestro mundo comencemos descartando a Descartes.
A continuación un audiovisual con sonidos bajados de internet que recogen el llanto de unos
chivos que son separados de sus madres para ser llevados al matadero. (www.freesound.org)
chivos que son separados de sus madres para ser llevados al matadero. (www.freesound.org)
(Crédito sonidos: www.freesound.org)
Aclaración: Mi intención no es criticar el hecho que se maten animales para alimentar a personas, en la misma naturaleza los animales matan para sobrevivir. Al publicar estos audios busco que las personas comprendan que los animales sienten dolor y que por eso deberíamos tratarlos siempre con respeto, y más a la hora de sacrificarlos. Los animales, como los seres humanos, no sufren más o menos dolor por tener una u otra nacionalidad.
Charles Darwin dijo que "a los animales a los que hemos hecho nuestros esclavos no nos gusta considerarlos nuestros iguales". Creo que deberíamos tener en cuenta esta realidad y comenzar a aceptar que los animales son nuestros iguales y a tratarlos como tales.
Nuestro Viaje al Centro del Universo continúa y quedan muchas cosas que aprender. Una de las lecciones más importantes que recibiré será la de comprender que la idea de que los animales son criaturas salvajes y sin alma es falsa.
Estamos en Yucatán conociendo el Cenote Palomitas, una formación natural de las más impresionantes que he visitado.
Nada más llegar al lugar, un pequeño gatito de unos meses se acerca ronroneando y se tira de espaldas en la hierba. Aunque no sabe hablar no hace falta que lo haga, ambos sabemos lo que quiere: quiere un masaje en la barriga.
Después de un largo masaje el gatito se ha venido caminando detrás de nosotros. Por el carril a lo lejos un hombre se acerca montando una motocicleta y tras él vienen dos perros grandes corriendo.
Intento agarrar al gatito pero cuando miro hacia atrás veo cómo los dos perros están persiguiéndolo y a punto de atraparlo.
Cuando parece que los perros van a alcanzar al gatito todos se pierden de mi vista. Me siento bastante preocupado y regreso rápidamente a ver sucedió. ¿Estará bien el pobre gatito?¿Lo habrán atrapado los perros? Siento mucha incertidumbre.
Desde niño siempre fui educado a observar la cara violenta de los animales. Ya fuera en las películas o en los dibujos animados, el perro siempre perseguía al gato, el gato al ratón, etc Y por eso mi mente no puede imaginar lo que encontraré en unos minutos.
Mi hermano pone al gatito en sus piernas y comienza a acariciar a uno de los perros. Otro momento muy mágico.
Durante mi primera visita a Yucatán quedé fascinado del respeto que tienen los mayas a la naturaleza y los animales. Los indígenas que no han sido aun influenciados por la cultura occidental muestran un respeto por la naturaleza y por los animales conmovedor.
En los pueblos mayas los perros no están amarrados y son muy tranquilos, y aunque hay muchos casi no ladran. Se los ve caminando tranquilamente por los pueblos como uno más de la comunidad. Para la cultura maya la naturaleza, sus animales y sus bosques son sagrados.
Yo viví mi infancia en España, en un lugar donde la fiesta nacional consiste en torturar en público a un animal vivo hasta la muerte.
En medio de la selva llena de plantas, de árboles, de insectos, de animales y de aves agradezco a los mayas por enseñarme que se puede vivir en armonía con la naturaleza.
También doy gracias por conocer una cultura como la maya que no se autodestruye ni arrasa con su medio ambiente como la occidental.
Doy gracias también, por conocer una cultura indígena donde los animales pueden seguir viviendo libres en los bosques y no están encerrados en zoológicos. Una cultura donde la vida es más importante que la muerte y la libertad es más importante que la esclavitud.
Doy gracias por saber que existe un lugar diferente, un lugar donde los gatitos juegan a perseguir a los perros.
Mi hermano acaricia al perro y al gatito que son amigos en el Cenote Palomitas.
En las zonas mayas donde aun no se ha impuesto la cultura europea occidental hay un gran respeto por la naturaleza y los animales. Si vas a Yucatán comprobarás que la mayoría de los perros están sueltos y apenas ladran. Los animales, además, están aun en los árboles y no en zoológicos y jaulas.
Capítulo siguiente: Viaje al Centro del Universo. Parte 7: Un encuentro con la muerte
Real de Catorce
Mesón de la Abundancia (Real de Catorce)
Cenote Palomitas
Fuentes consultadas y adicionales
Descartes. El Discurso del Método
Descartes' machines
El espejismo de la ciencia
San Francisco y el lobo
Frases de San Francisco
Animales en laboratorios
Naturaleza encadenada
Sonidos de cabras llorando (www.freesound.org)
Gatos. Los guardianes del conocimiento